lunes, 25 de marzo de 2013

Siguiendo los pasos de Neruda...

La mañana del 11 de enero lucía esplendorosa, el sol se dejó ver algo después de la 6:30 a.m. para lo cual yo ya estaba en el camino. Había dicho “hasta pronto” a Mario y a toda su hospitalidad mientras estuve en su casa. Una bandera de LAMA Mendoza me acompañaba ahora, testigo de aquella amistad y mi promesa de llevarla conmigo hasta Ushuaia y más allá. Gracias Mario!
Un par de horas después me adentraba en el ascenso a la pre-cordillera y luego a la cordillera de Los Andes. Hermosas vistas del Aconcagua –en cuyas cercanías me detuve para hacer un breve recorrido-  y de otros hermosos parajes, como el Puente Inca, adornaban aún más esa hermosa mañana.

Ascenso al paso Libertadores por Uspallata (Mendoza - Arg.)

El Puente del Inca, es un paraje cordillerano famoso por su puente natural, curiosidad geológica única en el mundo y declarada Monumento Natural. El Puente ha sido formado por la acción de las aguas minerales. El caudal fluvial se abrió paso entre sedimentos depositados en el fondo de una artesa y luego cementado por las aguas termales. Estas dan a la zona su coloración de naranjas, amarillos y ocres, y a cualquier objeto que se coloque bajo ellas una dureza tal por la impregnación en sales minerales que adquiere una apariencia "petrificada".

Puente del Inca - Paso por Mendoza hacia Chile



Formaciones en el Puente del Inca

De otro lado, El Aconcagua es la cumbre más alta de los hemisferios Sur y Occidental; incluso es la montaña más elevada del mundo fuera del sistema de los Himalayas. Posee dos picos principales: la cumbre norte de 6960,8 msnm (22 837 ft), coordenadas: S32 39.11 W70.00. 42, y la cumbre sur de 6930 msnm. Durante décadas figuró en las publicaciones la altura de 6959,60 msnm, y posteriormente la de 6962 msnm.









Parque Aconcagua - Pie del  cerro antes del ascenso

Un desvío pocos kilómetros más adelante del Puente Inca se encuentra el desvío hacia el paso por el “Cristo Redentor”. El sinuoso camino de cornisa que lleva hasta el Monumento Histórico Binacional se extiende a lo largo de aproximadamente 9 Kilómetros, desembocando en la altiva escultura de bronce que sirve de extraordinario límite a Argentina y Chile. Símbolo de la paz fronteriza, meta desafiante de excursionistas, vista panorámica incomparable de las cumbres nevadas y los picos del cordón montañoso de Los Andes, el Cristo Redentor constituye un atractivo por excelencia de esta zona.
Si bien el camino es en ripio (grava levemente compactada), sinuoso y de alta pendiente, la vista desde su cima es impresionante! Es divertido llegar al aviso que marca límites entre los dos países y “en teoría” tener un pié en Argentina y el otro en Chile, o saltar a tu antojo de un país a otro.
Decidí continuar por la misma ruta no pavimentada hasta el otro lado. EL camino era un poco más difícil y había que transitar extremando los cuidados pues, al no ser muy visitado, su mantenimiento es precario y el terreno inestable. Sin prisa pero sin pausa y conduciendo muy, pero muy cuidadosamente pude llegar al otro lado de la cordillera, esta vez en suelo chileno, donde me esperaba el puesto de control de inmigración.




Ascenso a "Cristo Redentor" lado argentino - Un caminito muy interesante!






Descenso hacia el lado Chileno

Paso a Chile por el "Cristo Redentor"

De allí en adelante fue el “calvario”… En esos momentos se encontraban reparando las calzadas en el lado chileno y solo se habilitaba un carril, el paso para los vehículos que cruzaban desde Argentina era diurno mientras que los provenientes de Chile debían esperar hasta la noche. Con un solo carril y cientos de vehículos represados, entre ellos tractocamiones y vehículos pesados descendiendo a paso tortuga, el camino desde al Paso Libertadores hasta el desvío al sur, desde la población de Los Andes, con dirección a Santiago.
Las carreteras en Chile son de excelente calidad y las ciudades principales se conectan a través de autopistas, pero el recorrido sobre éstas se hace monótono y no permite disfrutar del paisaje o tomar desvíos libremente para conocer los poblados menores; sin mencionar los peajes a los que no escapan las motocicletas! Me tomó por sorpresa el primero de ellos pues no tenía aun el dinero chileno a la mano; estaba guardado en uno de los compartimentos “secretos” y por poco armo tremendo trancón en uno de los carriles. Una corta detención a la orilla de la carretera, no muy bien vista por los patrulleros (carabineros) que miraban recelosamente mientras yo buscaba y rebuscaba un billete “sencillito”.


Entrando a Santiago de Chile

Después de varios peajes y tratando de encontrar una mejor ruta –más escénica- antes de mi entrada a Santiago, terminé llegando a la capital chilena en medio de un caos vespertino de sábado. Un contacto previamente hecho por Mario en Mendoza con un motociclista de Santiago iba a ahorrarme búsqueda y alojamiento durante mi estadía en esa ciudad. Tenía que llamar pronto a mi contacto chileno para avisarle que ya estaba en su ciudad… Una, dos, cinco y diez llamadas sin respuesta… A medida que me desplazaba por las concurridas calles chilenas buscaba sitios desde donde llamar pero una vez en el embotellamiento se hizo imposible encontrar nuevamente un teléfono.
De repente, en una luz roja y a mi lado, una Yamaha FZ150 y a bordo un motociclista con mas pinta de ciclista por su casco Specialized pregunta: “D’onde veníj compadre?” La respuesta sencilla: “De Colombia”… la luz pasa a verde, nos desplazaos unos cuantos metros más y el tráfico obliga a una nueva detención. Pasaron algunos cientos de metros que entre luces rojas y embotellamientos permitieron intercambiar información básica, para entonces mi nuevo amigo chileno ya estaba al tanto de mi infructuosa búsqueda del contacto chileno.
De dejarme usar su teléfono, Richard -ese era su nombre- pasó a ofrecerme un sitio temporal dónde guardar la moto mientras buscaba internet en algún sitio de la zona. Mis esfuerzos por encontrar a mi contacto resultaron infructuosos y ya entrada la noche, con algo de preocupación, regresé a la casa de la novia de Richard, donde éste me esperaba. Se ofreció a guiarme a los hospedajes tentativos que yo, un par de horas antes, había encontrado en internet.
La mala suerte, que luego descubrí sólo era BUENA suerte, indicó que los sitios, o bien estaban llenos, o carecían de parking o excedían mi presupuesto… Rumbo al último de la lista, un desvío nos llevó a un complejo de torres residenciales. Richard simplemente me entregó las llaves de un lindo apartaestudio de su propiedad, hermosa y pulcramente decorado, la moto estaría a buen resguardo en el parqueadero del sótano; él a su vez se quedaría en casa de su novia y yo tendría –por lo menos para esa noche- una cómoda cama, baño, internet y todas las comodidades que ni el mejor hotel pudiera ofrecerme en Santiago.
No dejaba de sorprenderme la amabilidad, sencillez y excelente disposición que este chileno, sin siquiera conocerme, me recibía en su tierra… Los sorbos amargos de la tarde se transformaron en tragos dulces al sentirme con tan buena suerte.
Uno de los motivos por los cuales Richard simplemente está “dispuesto a ayudar” es que durante su juventud fue ciclista y en sus travesías por otros países siempre hubo una mano amiga dispuesta a socorrerle, creo que a todos los viajeros no pasa lo mismo, y por ello, no desaprovechamos la oportunidad de continuar con aquella cadena de favores… Se recibe y se entrega con inmenso placer!
Una vez instalado en mi morada Santiagueña decidí revisar en internet la información acerca de este ciclista “aparentemente” bueno en su juventud. Cómo era su apellido? Ah! Tormen… Richard Tormen…
Lo que encontré simplemente me abrumó: Gloria ciclística de Chile en las década de los 70’s, múltiple campeón Panamericano de pista y ahora gran figura en el mundo moderno del ciclismo. Hasta un afiche con su figura se subasta en mercado libre.. Es como si en Colombia te para un extraño en la calle, te ayuda, te presta las llaves de su apartamento y te “salva”… luego ese extraño te dice: “Mucho gusto, soy “Cochise” Rodríguez”. Para aquellos aficionados al ciclismo en cualquiera de sus formas y practicantes de alguna de sus modalidades, además de ser un golpe de suerte, es un privilegio!









Santiago de Chile

Al día siguiente los paseos obligados estuvieron a la orden del día: Caminata por el centro histórico y gubernamental de Santiago, con su arquitectura formidable republicana, amplios paseos y avenidas, ascenso al mirador del cerro San Cristobal, donde se tiene una muy buena vista de la ciudad y una que otra visita a los sectores comerciales de la ciudad.
En la noche tuvimos la oportunidad de asistir a un concierto tributo a la banda U2, por parte de una agrupación chilena que me hizo sentir por momentos estar presenciando al verdadero Bono et al… soñando con que algún día fuese más que un sueño.
Resulté quedándome tres noches en el apartamento de Richard, quien no tuvo inconveniente en prolongar su hospitalidad. Parte de ello se debió a un inconveniente menor con la moto pero que implicó un desbarate monumental.
También hubo tiempo d hacer una visita a mi amiga de CouchSurfing Caro, con cuyos amigos disfrutamos de una tarde de asado y relax al lado de la piscina...


Una tarde de relax...

Días antes había percibido que el soporte de la luz media se veía flojo al interior de la farola; siendo una unidad sellada, supuse que era normal… pero estaba equivocado. La constante vibración de la calamina boliviana y el paso por el Cristo Redentor habían aflojado totalmente la lupa hasta desencajar todo el conjunto. Lupa, soportes y todo al interior de la farola estaba suelto y simplemente reposaba en el fondo de la misma, como ver un barco al interior de una botella pero totalmente desarmado. La única opción era desmontar toda la farola (a pesar de ser una unidad sellada debería abrirla), pero antes era necesario bajar todo el carenaje y dejar la moto desnuda… El desbarate me tomó todo un día, para descubrir después que, una vez instalado todo, no tenía luces bajas ni medias! Inmediatamente eché mano de mis repuestos que traía desde Colombia; con bulbos nuevos: nada… Empezaba a sospechar un fallo eléctrico pero no tenía los medios para chequear la corriente.



Que desbarate!!

Richard me recomendó y contacto con “Jhonny Motos”, un mecánico que le hace a todo y es toda una figura en el medio motociclístico chileno! Su taller, además de ser el desvare de cuanto motociclista pasa por Santiago, es a la vez hogar de muchos que  encuentran en su habitación trasera, refugio a su paso por la capital chilena. Jhonny chequeó todo sin encontrar fallo alguno; se nos ocurrió probar con bulbos nuevos y se hizo la luz!! Quién lo hubiera pensado! Se habían averiado a la vez los dos bulbos que tenía instalados, los de repuesto que traía desde Colombia también estaban averiados (Ley de Murphy No. 34.657: Cuando los dos bulbos de luz de la moto fallan y has traído repuestos por casi 20.000 kms, los de repuesto también estarán averiados)… Solo era cuestión de cambiarlos y listo! Pero no me arrepiento de este percance pues pude entablar amistad con Jhonny y conocer parte de sus historias. Al momento de la despedida no solo no me cobró ni un solo peso, sino que tras un abrazo me obsequió nuevos bulbos de repuesto y un par de filtros de aceite para el futuro! Gracias Jhonny!
Y gracias Richard! Cada vez que las cartas amenazaban en tornarse en mi contra, el destino tenía preparado un AS bajo su manga para contrarrestar cualquier sinsabor previo… Mi estadía en Santiago, además de ofrecerme una imagen de ciudad cosmopolita me permitió encontrar gente hospitalaria más allá de toda pretensión. Mi paso por Chile pintaba bien…


Con Richard Tormen, a la salida de Santiago


El día de mi visita al cerro San Cristobal quise visitar la casa de Neruda llamada “La Chascona”, con la triste sorpresa que los empleados estaba en huelga. No solo La Chascona, sino todas las casas-museo de Neruda en todo Chile estaban cerradas y no se veía luz al final del túnel. Uno de los objetivos de viajar por Chile era precisamente visitar sitios emblemáticos en la vida del poeta y aquello no era buen augurio; esperaba que la situación se solucionara a mi paso por Isla Negra en la costa chilena; la principal estancia de Neruda y Matilda durante sus últimos días…
Empecé mi recorrido por la costa chilena en Valparaíso; nuevamente las autopistas amenazaban con truncar mi vista pero al llegar a la costa podría obviarlas y empezar a disfrutar de los verdaderos pueblos chilenos: Valparaíso con sus ascensores y ambiente portuario, Viña del Mar con su imagen moderna, casinos y playas; más al sur, Casablanca, Algarrobo, El Quisco y otros pueblos pintorescos que hacen parte de la “Ruta de las Frutas” fueron precedente a Isla Negra, la casa del poeta. Llegué a eso de las 4:00 p.m. y me dirigí de inmediato a la casa-museo. Malas noticias: La huelga continuaba; era posible que en unos tres días se solucionara algo, pero por el momento el acceso era imposible.





Puerto de Valparaiso





Viña del Mar (Chile)

Muy apesadumbrado, pues no podía postergar más mi paso por allí, me devolví por la misa ruta que llevaba a la casa: unas calles en tierra con casa privadas a la do y lado y como fondo el pacífico: mágico, cautivador, embravecido… Talvez ensimismado por la belleza de este paisaje no me percaté de que seguía una calle sin salida; un simple giro en U me llevaría de regreso a la ruta principal. Solo que esa magia pacífica me tenía probablemente atribulado y no ví la “pequeña” piedra frente a mi al hacer el giro. La moto me cogió ventaja y, casi detenido como estaba, solo pude verla caer suavemente hasta reposar en las maletas laterales. Sin daño alguno en la moto pero con la moral abajo, en ese paraje desolado, sabía que pasaría mucho tiempo antes de que alguien pasara por allí. No sé de dónde saqué fuerzas para levantar los no sé cuántos cientos de kilos pero después de un buen envión, cual pesista olímpico logré ponerla de nuevo en pié. Mi hombro derecho estuvo resentido por un par de días más y llegué a sospechar alguna lesión temporal (el tiempo demostró que era solo un dolor pasajero). La moto se cayó muchas veces más en condiciones similares y solo en una ocasión adicional pude levantarla sin ayuda; el resto de ellas tuve que recurrir a la ayuda de dos personas más.


Oh!... y ahora, quién podrá defenderme!!!
Esa tarde me sentía cansado y no quise rodar mucho más, así que en el mismo pueblo busqué un camping, instalé la carpa y después de un bocado muy sencillo me fui a la cama... o mejor, a la bolsa de dormir.
La mañana siguiente amenazaba con un poco de lluvia, empaqué todo de prisa (odio empacar la carpa húmeda o el estrés de empacar todo a las carreras, antes de la lluvia). Antes de decir adiós a este pequeño poblado decidí dar un último vistazo a la casa de Neruda; la sorpresa fue ver sus puertas abiertas y el público entrando de manera normal: el paro había cesado y de nuevo las casas-museo estaban recibiendo visitas! De inmediato compré el tiquete y me uní al siguiente grupo para la visita guiada.
La casa de Neruda en esta localidad (Isla Negra) fue la última morada del poeta y su compañera Matilda antes de su muerte; dicen los más apasionados que el poeta murió de pena moral tras la toma de poder por lo militares en el golpe de estado del ’73, pero la verdad es que venía padeciendo de un cáncer de próstata desde hace ya un tiempo y, tal vez, esta noticia ayudó a empeorar su estado. No le hubiera gustado vivir en una sociedad bajo dicho régimen.






Casa de Neruda en Isla Negra

Más que un poeta, Neruda era un hombre sensible a todas las manifestaciones artísticas y científicas: coleccionista (o acumulador) de cuanto artículo poco ortodoxo pudiese existir, como bien lo demuestra su casa en Isla Negra, cada rincón tiene un toque especial que refleja la personalidad de su propietario. Las historias de nuestra guía y el embrujo de aquella casa, rodeada de bosques de pino y con una vista al océano pacífico –negro, profundo, violento y cautivador-, hicieron que me remontara en el tiempo, cuando esta casa era el refugio de poetas, escritores, pintores –amigos o desconocidos para el poeta- quien hacía honor al espíritu hospitalario del sur de Chile.
Los restos de Neruda permanecieron durante mucho tiempo en Santiago, pero siguiendo su voluntad, fueron trasladados a Isla Negra tras el restablecimiento de la democracia en Chile. Reposan pues en la parte posterior de la casa Isla Negra junto a los de Matilda.


Tumba de Neruda y Matilda en Isla Negra

Después de todo mi visita a Isla Negra no había sido infructuosa y podía, ahora si, ver recompensado en parte mi romántico deseo de “sentir” lo que el poeta podría haber sentido… como si a pesar del paso del tiempo, su inspiración y espíritu aun estuviesen allí y yo pudiera, de alguna manera, estar en comunión con ellos.
Continué mi camino al sur. Allí me esperaban más paisajes de costas desnudas, acantilados enormes que se perdían ocasionalmente tras verdes bosques, para dar paso a playas y nuevos escenarios de contraste marino y terrestre.
Seguí por la Ruta de las Frutas, que hace parte de la Ruta del Mar bordeando la costa pacífica. Es una alternativa más pintoresca a la monótona Panamericana y atraviesa pueblos pequeños unidos por carreteras pavimentadas o esporádicos tramos destapados (ripio o maicillo como le conocen en esa zona). Después de pasar por Cartagena y San Antonio, la carretera se adentra en el continente; por lo que decidí bordear el lago/embalse Rapel, a cuyas orillas pasé la noche, tras contemplar un hermoso atardecer.
De regreso a la costa, Pichilemu prometía ser la gran atracción, pero no pasó de ser un balneario concurrido y lleno de turistas en sus automóviles invadiendo cada rincón disponible; no pasé más de 20 minutos allí antes de continuar mi camino. Esa noche, ya al sur de Constitución y cuando el cansancio ya me obligaba a buscar un sitio dónde pasar la noche, decidí pedir posada en una estancia (hacienda) a la orilla de la carretera. Las estancias en Chile y Argentina son grandes extensiones en el campo donde generalmente se tiene ganado, ovejas más que todo en esta zona. En época de esquile las cuadrillas llegan a las estancias y ocupan algunas casas que, fuera de temporada, permanecen vacías. La propietaria, una señora de avanzada edad, me permitió quedarme en el porche de una de esas casas, donde instalé mi carpa abrigado del viento y de la eventual lluvia o rocío de la mañana.
La Ruta del Mar bordea y en ocasiones atraviesa algunos parques naturales (santuarios o reservas), a los que ocasionalmente me aventuraba entra y tras breves visitas abandonaba nuevamente; lindos, pero nada que me deslumbrara lo suficiente como para pasar la noche allí.
A la altura de Tregualemu y bordeando la reserva Los Queules, un camino de ripio o destapado que me recordó los amargos momentos de la calamina en el sur de Bolivia… no imaginaba yo que esa calamina se convertiría más adelante, en motivo de dolores de cabeza al sur de Chile; pero eso hace parte de otra historia venidera.
A mi paso por Coelemu y en una detención por arreglo de la carretera, alguien a bordo de una camioneta me alcanza y me pregunta: “Vas para el encuentro de motoqueros?”… “Qué encuentro?”, respondí. Era Mario, un motociclista de la localidad quien me informó que había, para ese fin de semana, un encuentro de motociclistas en la afueras de Concepción. Tras una breve conversación ya estaba yo listo para unirme a su grupo de amigos camino a Concepción, no sin antes haber degustado una deliciosa pasta preparada por la esposa de Mario en u casa de Coelemu.
Ese fin de semana, entre bandas de rock, tatuajes, carpas, exhibiciones –no muy técnicas- de Ultimate Fighting (algo como un kickboxing más violento), cientos de motos (especialmente choppers) y mucho caos, pude vivir el ambiente de los famosos encuentros de motoqueros, tan mencionado y famosos en esta parte del hemisferio. No estuvo tan mal como algunos lo hacen parecer; la presencia de drogas o violencia no es el común denominador y, como siempre, es más lo que se habla y exagera que lo que realmente se vive. Por ello es tan importante vivir las cosas por si mismo y no a través de las historia (a veces exageradas) de otros.







Encuentro "motoquero" en Chile...


Una de las paradas en la costa Chilena






Costa Chilena




Muestra típica en el oeste de Chile


Rumbo al surrr!!!

En el encuentro tuve la oportunidad de conocer a varios motociclistas, entre ellos Carlos, quien muy gentilmente me ofreció hospedaje en su casa de Galvarino, un pequeño pueblo antes de Temuco; yo, ni corto ni perezoso, llegué al otro día a su casa!


Con Carlos, mi anfitrión en Galvarino

De Galvarino son unas cuantas horas de Villarrica y Pucón, sector preferido por los viajeros por las aguas transparentes del lago Villarrica y las espectaculares vistas del volcán del mismo  nombre. Hospedajes costosos y exclusivos se mezclan con algunas zonas de camping más económicas (aunque estas últimas son difíciles de encontrar). La Reserva Natural Villarrica y el Parque Nacional Huerquehue en el lado norte y el Parque Nacional Villarrica, separados por la ruta a Curarrehue, comparten un hermoso escenario donde se pueden encontrar senderos para caminata, caminos destapados que bordean cornisas y acantilados, lagos que parecen embrujados, ríos de una transparencia increíble y caídas de agua que más bien parecían parte de una película. Ojos de Caburgua se destaca por su magnificencia y se convierte en un gran atractivo que merece visita.




Paso por Villarrica y Pucón - Volcán Villarrica

Algunos "admiradores" brasileños en Pucón










Ojos de Caburgua - Laguna Azul




Frontera Chile - Argentina (Paso Mamuil Malal) - Volcán Lanín

Mi paso a Argentina sería por el “Mamuil Malal”, después de pasar por un pequeño poblado llamado Curarrehue. El camino es destapado y el tamaño y ángulo de las piedras me hicieron temer un pinchazo, o peor aún, que una de las llantas se rajara… Transité sin problema hasta llegar al paso fronterizo, al pie del Volcán Lanin, y me puse en cola después del último vehículo.
Cuando me bajé de la moto, una camioneta Mitsubishi, pickup, doble cabina de color blanco sobrepasa a todos los que están en línea y se parquea delante de todos! Acaso este tipo no respeta a quienes “ordenadamente” esperamos el turno?, pensé… De la manera más diplomática, pero dejando ver cierta actitud no muy complaciente, se lo hice ver. Me explicó que no importaba dónde se estacionase el vehículo, la cola se hacía adentro, que no habría problema. Se le notaba un buen tipo después de todo. Su nombre: Roberto Jaworowski; no imaginaba en aquel momento que Roberto se convertiría en uno de los protagonistas de mi viaje…


Chao Chile! Nos vemos pronto!!