jueves, 15 de agosto de 2013

Corrientes 348... con aroma de tango y sin poder bailar!

Un alto en el camino... obligado!


Alguna vez escuché a alguien decir “Existen dos clases de motociclistas: aquellos que ya se han caído... y aquellos que se van a caer”. Yo aparentemente, pertenecía al segundo grupo y mi intención era establecer una tercera categoría: Aquellos que nunca se cayeron. Pero el día en que decidí entrar en Buenos Aires, la ruta me jugó una mala pasada y entré a engrosar el no poco numeroso primer grupo.




La lluvia empezó a caer temprano en la mañana. Al salir de Lincoln ya era incómoda la conducción pero algunos expertos meteorólogos de la ciudad me habían dicho que, fuera del perímetro, a unos 20 kilómetros, tendría sol radiante! Nada más lejos de la verdad. Si para algo varió la intensidad de la lluvia, fue para aumentar.

A 120 kilómetros de Buenos Aires ya estaba totalmente emparamado; los guantes, pantalones, chaqueta, todo –aparentemente sin propiedad impermeable alguna- había absorbido la mayor cantidad de agua y estará destinado a recorrer aquel tramo en medio de lluvia, viento, frío y mojado hasta los huesos.
El tráfico, consistente principalmente en camiones que pasaban zumbando y expidiendo ráfagas de lodo desde sus ruedas traseras y nublando la visión en mi visor, tampoco era lo más amigable del mundo. Fue precisamente cuando decidí dar paso a uno de esos camiones, que venía pisándome los talones y llenando mis espejos con la luz de sus farolas, que toqué –talvez demasiado pronto, con mi rueda delantera- la berma (o banquina como la llaman en Argentina). Aquella superficie era una mezcla de agua, piedras y lodo en la que no tuve más el control de la moto; un brusco giro del manillar ante la pérdida de tracción fue suficiente para enviarme al suelo.

Todo fue demasiado rápido. Antes siquiera de asimilar que estaba en el suelo, ya estaba de nuevo de pie. El camionero ni se percató de mi caída que, de haber sido hacia el otro lado hubiera sido fatal, sin embargo, dos motociclistas que venían tras de mi me ayudaron a levantar la moto.

Aparentemente sin daños significativos, a excepción de soporte de la maleta trasera y la antena que soportaba la bandera, la moto salió bien librada. Era ahora yo quien había sufrido las consecuencias. No tenía laceración alguna en el cuerpo pero un fuerte dolor, consecuencia de la caída de la moto sobre el pie derecho, hacía imposible apoyar el mismo. Consciente de ello pero con la adrenalina aun fluyendo por mis venas decidí continuar hasta Buenos Aires, a donde llegué 4 horas más tarde, aun en medio de un fuerte aguacero.

Allí me esperaba Natalia. Llegar a casa de alguien a quien considero como de la familia levantaba mi espíritu y hacía un poco más llevadero el dolor. Esa noche, cuando visitamos el hospital y luego de un cuadro de Rayos X, el diagnóstico confirmaba mis sospechas: Fractura del tercer metatarso derecho. Debería permanecer con el pie inmovilizado (bota ortopédica) durante tres semanas, como mínimo.

En Buenos Aires es difícil encontrar sitios dónde guardar la moto, además de ser supremamente costosos. Tuve la suerte de encontrar al grupo LAMA Buenos Aires, con su presidente Sergito y su esposa Marian, una pareja envidiable que, en medio de la abrumadora presión de sus trabajos y responsabilidad familiar, aun encuentran el tiempo para disfrutar de sus motos en las noches, fines de semana y cuanto rato pueda dedicársele a las máquinas. Mi moto quedó segura y en buenas manos en su casa durante el mes que pasé en Buenos Aires.


Con ellos, así como con otros integrantes  de LAMA Bs As que me cogieron como a uno más de sus miembros, compartí diversas experiencias; motoencuentros, carreras de velocidad, reuniones de club y los infaltables asados, tanto de bienvenida como de despedida. Ellos saben que siempre estarán en mi corazón y que mi agradecimiento es eterno.
  
Pero mi estadía en Buenos Aires no hubiera sido la misma sin la hospitalidad de Natalia. Más que una amiga a quien el destino puso en mi camino, Natalia ha sido como una hermana menor y el reencuentro con ella después de un buen tiempo sin habernos visto, fue un bálsamo para mi moral y parte del vigorizante que requería para la mitad del viaje que me restaba. Ante mi incapacidad para caminar, los días pasaron lentos y llenos de filmes que veíamos constantemente en si gigantesco televisor. Cuando el pie no dolía demasiado, aprovechaba para salir a visitar los sitios más reconocidos de la ciudad; durante un mes y a pesar de la limitación para caminar, pude empaparme de la cultura porteña y disfrutar de su rica arquitectura, tango, bohemia y hasta rock en esta “ciudad de la furia”.




Antigua estación del ferrocarril ahora acondicionada comp Centro Comercial



Puerto Madero

Puente de la Mujer - Representa una mujer bailando tango...


El Obelisco - Monumento insigne en Buenos Aires


Cae la noche en Avenida Corrientes...






Con Natalia y Soledad



Visitas a Caminito, Café Tortoni; paseos por Puerto Madero, Corrientes, Recoletta; recorridos por el delta del Tigre y concierto de rock a cargo de la banda God Save the Queen (tributo a Queen), hicieron parte de las jornadas en la capital argentina.


Puerto Madero de noche

Fin de Semana de velocidad




Infaltable (e inovidable) paseo por Caminito

Estadio de Boca Juniors


La Recoletta




Después de la experiencia con la lluvia y consciente de las limitaciones que mi equipo tenía frente a la lluvia, debía, cuanto antes, conseguir un buen equipo de lluvia. Después de mucho buscar, opté –por precio y calidad- por un Givi de dos piezas disponible en el almacén especializado Motorman de la Avenida Córdoba. Además de quedar “boquiabierto” con el sinnúmero de accesorios y ropa de excelente calidad que distribuyen, encontré una atención inmejorable y una respuesta amable y diligente cuando les propuse un “pequeño patrocinio” a mi aventura. Después de algunas amigables charlas con su director de mercadeo, salí del almacén con el equipo completo que requería, incluyendo las galochas o protectores de calzado Givi.
Debo decir que he usado ya el equipo en repetidas ocasiones; el pantalón y chaqueta son buenísimos, mientras que las galochas aun dejan que desear en términos de impermeabilidad.



Tienda Motorman - Avda. Córdoba (Bs. Aires)

A prueba de lluvia!

Paseo por el Delta del Tigre


de derribar un paradigma más: el esnobismo del argentino y, en especial, del porteño. Cuando se llega a la esencia, a través de simples conversaciones, sencillas pero reveladoras, confirmaos que todos estamos hechos de la misma madera y que, bajo aquella armadura que muchos lucen, se esconde un ser humano. Si bien las capitales dejan marcas en el comportamiento de sus habitantes y es un poco más difícil acceder a la esencia humana en aquellas ciudades, no resulta tampoco imposible. Talvez en ello radica la diferencia, en querer ahondar un poco más y no quedarse en la superficie.



El Tigre y sus hermosos alrdedores

La cultura del "mate" se vive por doquier



"God Save the Queen" - Tributo a Queen

Reluciente! así quedó para despedirse de Buenos Aires

El asado de despedida gracias a Sergito, Marian y LAMA Bs Aires

Despidíéndome de Sergito y Marian

Chao Nata! Gracias! Nos vemos en Colombia!


Una visita al médico, casi 4 semanas después de la caída confirmó la evolución de la fractura y me dejaba listo para continuar el viaje. Tomé el ferry para cruzar el río que separa Argentina de Uruguay después de decir “hasta pronto” a mis amigos en Buenos Aires; mi destino al otro lado sería la ciudad de Colonia y un nuevo sello sería adicionado a mi pasaporte.