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Un alto en el camino... obligado! |
Alguna vez escuché a alguien
decir “Existen dos clases de motociclistas: aquellos que ya se han caído... y
aquellos que se van a caer”. Yo aparentemente, pertenecía al segundo grupo y mi
intención era establecer una tercera categoría: Aquellos que nunca se cayeron.
Pero el día en que decidí entrar en Buenos Aires, la ruta me jugó una mala
pasada y entré a engrosar el no poco numeroso primer grupo.
La lluvia empezó a caer
temprano en la mañana. Al salir de Lincoln ya era incómoda la conducción pero
algunos expertos meteorólogos de la ciudad me habían dicho que, fuera del
perímetro, a unos 20 kilómetros, tendría sol radiante! Nada más lejos de la
verdad. Si para algo varió la intensidad de la lluvia, fue para aumentar.
A 120 kilómetros de Buenos
Aires ya estaba totalmente emparamado; los guantes, pantalones, chaqueta, todo
–aparentemente sin propiedad impermeable alguna- había absorbido la mayor
cantidad de agua y estará destinado a recorrer aquel tramo en medio de lluvia,
viento, frío y mojado hasta los huesos.
El tráfico, consistente
principalmente en camiones que pasaban zumbando y expidiendo ráfagas de lodo
desde sus ruedas traseras y nublando la visión en mi visor, tampoco era lo más
amigable del mundo. Fue precisamente cuando decidí dar paso a uno de esos
camiones, que venía pisándome los talones y llenando mis espejos con la luz de
sus farolas, que toqué –talvez demasiado pronto, con mi rueda delantera- la
berma (o banquina como la llaman en Argentina). Aquella superficie era una
mezcla de agua, piedras y lodo en la que no tuve más el control de la moto; un
brusco giro del manillar ante la pérdida de tracción fue suficiente para
enviarme al suelo.
Todo fue demasiado rápido.
Antes siquiera de asimilar que estaba en el suelo, ya estaba de nuevo de pie.
El camionero ni se percató de mi caída que, de haber sido hacia el otro lado
hubiera sido fatal, sin embargo, dos motociclistas que venían tras de mi me
ayudaron a levantar la moto.
Aparentemente sin daños
significativos, a excepción de soporte de la maleta trasera y la antena que
soportaba la bandera, la moto salió bien librada. Era ahora yo quien había
sufrido las consecuencias. No tenía laceración alguna en el cuerpo pero un
fuerte dolor, consecuencia de la caída de la moto sobre el pie derecho, hacía
imposible apoyar el mismo. Consciente de ello pero con la adrenalina aun
fluyendo por mis venas decidí continuar hasta Buenos Aires, a donde llegué 4
horas más tarde, aun en medio de un fuerte aguacero.
Allí me esperaba Natalia. Llegar
a casa de alguien a quien considero como de la familia levantaba mi espíritu y
hacía un poco más llevadero el dolor. Esa noche, cuando visitamos el hospital y
luego de un cuadro de Rayos X, el diagnóstico confirmaba mis sospechas:
Fractura del tercer metatarso derecho. Debería permanecer con el pie
inmovilizado (bota ortopédica) durante tres semanas, como mínimo.
En Buenos Aires es difícil
encontrar sitios dónde guardar la moto, además de ser supremamente costosos.
Tuve la suerte de encontrar al grupo LAMA Buenos Aires, con su presidente
Sergito y su esposa Marian, una pareja envidiable que, en medio de la
abrumadora presión de sus trabajos y responsabilidad familiar, aun encuentran
el tiempo para disfrutar de sus motos en las noches, fines de semana y cuanto
rato pueda dedicársele a las máquinas. Mi moto quedó segura y en buenas manos
en su casa durante el mes que pasé en Buenos Aires.
Con ellos, así como con otros
integrantes de LAMA Bs As que me
cogieron como a uno más de sus miembros, compartí diversas experiencias;
motoencuentros, carreras de velocidad, reuniones de club y los infaltables
asados, tanto de bienvenida como de despedida. Ellos saben que siempre estarán
en mi corazón y que mi agradecimiento es eterno.
Pero mi estadía en Buenos
Aires no hubiera sido la misma sin la hospitalidad de Natalia. Más que una
amiga a quien el destino puso en mi camino, Natalia ha sido como una hermana
menor y el reencuentro con ella después de un buen tiempo sin habernos visto,
fue un bálsamo para mi moral y parte del vigorizante que requería para la mitad
del viaje que me restaba. Ante mi incapacidad para caminar, los días pasaron
lentos y llenos de filmes que veíamos constantemente en si gigantesco
televisor. Cuando el pie no dolía demasiado, aprovechaba para salir a visitar
los sitios más reconocidos de la ciudad; durante un mes y a pesar de la
limitación para caminar, pude empaparme de la cultura porteña y disfrutar de su
rica arquitectura, tango, bohemia y hasta rock en esta “ciudad de la furia”.
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Antigua estación del ferrocarril ahora acondicionada comp Centro Comercial |
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Puerto Madero |
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Puente de la Mujer - Representa una mujer bailando tango... |
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El Obelisco - Monumento insigne en Buenos Aires |
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Cae la noche en Avenida Corrientes... |
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Con Natalia y Soledad |
Visitas a Caminito, Café
Tortoni; paseos por Puerto Madero, Corrientes, Recoletta; recorridos por el
delta del Tigre y concierto de rock a cargo de la banda God Save the Queen
(tributo a Queen), hicieron parte de las jornadas en la capital argentina.
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Puerto Madero de noche |
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Fin de Semana de velocidad |
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Infaltable (e inovidable) paseo por Caminito |
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Estadio de Boca Juniors |
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La Recoletta |
Después de la experiencia con
la lluvia y consciente de las limitaciones que mi equipo tenía frente a la
lluvia, debía, cuanto antes, conseguir un buen equipo de lluvia. Después de
mucho buscar, opté –por precio y calidad- por un Givi de dos piezas disponible
en el almacén especializado Motorman de la Avenida Córdoba. Además de quedar
“boquiabierto” con el sinnúmero de accesorios y ropa de excelente calidad que
distribuyen, encontré una atención inmejorable y una respuesta amable y
diligente cuando les propuse un “pequeño patrocinio” a mi aventura. Después de
algunas amigables charlas con su director de mercadeo, salí del almacén con el
equipo completo que requería, incluyendo las galochas o protectores de calzado
Givi.
Debo decir que he usado ya el
equipo en repetidas ocasiones; el pantalón y chaqueta son buenísimos, mientras
que las galochas aun dejan que desear en términos de impermeabilidad.
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Tienda Motorman - Avda. Córdoba (Bs. Aires) |
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A prueba de lluvia! |
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Paseo por el Delta del Tigre |
de derribar un paradigma más:
el esnobismo del argentino y, en especial, del porteño. Cuando se llega a la
esencia, a través de simples conversaciones, sencillas pero reveladoras,
confirmaos que todos estamos hechos de la misma madera y que, bajo aquella
armadura que muchos lucen, se esconde un ser humano. Si bien las capitales
dejan marcas en el comportamiento de sus habitantes y es un poco más difícil
acceder a la esencia humana en aquellas ciudades, no resulta tampoco imposible.
Talvez en ello radica la diferencia, en querer ahondar un poco más y no
quedarse en la superficie.
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El Tigre y sus hermosos alrdedores |
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La cultura del "mate" se vive por doquier |
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"God Save the Queen" - Tributo a Queen |
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Reluciente! así quedó para despedirse de Buenos Aires |
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El asado de despedida gracias a Sergito, Marian y LAMA Bs Aires |
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Despidíéndome de Sergito y Marian |
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Chao Nata! Gracias! Nos vemos en Colombia! |
Una visita al médico, casi 4
semanas después de la caída confirmó la evolución de la fractura y me dejaba
listo para continuar el viaje. Tomé el ferry para cruzar el río que separa
Argentina de Uruguay después de decir “hasta pronto” a mis amigos en Buenos
Aires; mi destino al otro lado sería la ciudad de Colonia y un nuevo sello
sería adicionado a mi pasaporte.