Noviembre 06 – Lagunas de
Llanganuco (Yungay – Ancash – Perú)
Retomo la narración desde mi
salida de Ecuador y entrada a Perú…
Ya desde hacía un par de
semanas había decidido cruzar la frontera por el paso de Macará, desde Loja;
esta decisión se basaba en los comentarios desalentadores del cruce por
Huaquillas – Aguas Verdes, el cual aparentemente solo traía consigo riesgos de
todo tipo y más para un viajero solitario en motocicleta. El cruce por Macará,
además de tener un paisaje mucho más atractivo, se veía más seguro y
descongestionado.
La carretera entre Loja y
Macará está siendo mejorada tanto en su geometría como al pavimento; por ello,
algunos tramos tienen tráfico por un solo carril y en ocasiones han removido la
capa de asfalto por lo cual algunos tramos están en “destapado”. En uno de
ellos, con tráfico por un solo carril pues ya estaban asfaltando, los vehículos
que bajábamos fuimos detenidos por un rato; cuando llegó nuestro turno, el
encargado de darnos paso nos indicó el carril externo. Yo iba detrás de un
campero y detrás de mí venía un automóvil; sólo cuando arranqué y llevaba unos
10 metros recorridos me di cuenta que íbamos por el carril equivocado pues el
asfalto ya terminado estaba en el carril interno y el que usábamos en ese
momento estaba apenas con un “riego asfáltico”. Para aquellos que no lo saben,
el riego asfáltico es una sustancia derivada del petróleo que sirve como ”liga”
para facilitar la adherencia del asfalto (la capa negra por la que uno rueda) a
la superficie inferior. Esta sustancia es como un jabón, aceitosa y resbalosa y
no proporciona a las llantas ninguna fricción o agarre… era entonces demasiado
tarde.
A una velocidad que aun no
superaba los 15 km/h solté el acelerador
pero ya no rodaba; patinaba! El carro que iba delante de mí hizo una maniobra
de frenado que le hizo irse de lado, pero alcanzó a frenar justo delante de la
máquina parqueada unos metros más allá. Yo, por mi parte tuve que hacer uso de
los frenos pues no tenía espacio lateral para moverme, además cualquier cambio
en la dirección hubiera hecho más rápida mi caída.
Todo fue muy lento, como en
“cámara lenta”… Yo me acordaba de mis clases de pavimentos, donde el profesor
Luis Carlos Vásquez nos hablaba de qué tan peligroso era para las motos
circular sobre un riego de liga y cuántos motociclistas “patas arriba” había
visto él durante su vida profesional; yo estaba a punto de ser uno de ellos! No
tenía control sobre la moto y lo único que podía hacer era esperar…
efectivamente la moto se fue deslizada hasta que coleó suavemente para quedar
“acostada” sobre la superficie impregnada del famoso riego asfáltico. No fue
una caída pues yo quedé parado y la moto inclinada hacia su lado izquierdo,
repodando sobre la barra protectora y la maleta. Unos trabajadores me ayudaron
a levantarla mientras yo no podía ni moverme pues aún para una persona era
difícil mantener el equilibrio, qué jabón!
Proseguí mi camino renegando
por la ligereza de aquel obrero que nos indicó erróneamente el camino, pero a
la vez agradecido por no haber pasado de un simple susto.
Antes de cruzar la frontera
decidí tanquear la moto a precio ecuatoriano, pero para mi sorpresa, cuando
llegué a una de las estaciones me informaron que solo había una estación de
servicio para turistas (con el fin de controlar el contrabando de combustible
hacia Perú). Un oficial de policía me instruyó para que me dirigiera a dicha estación,
me dirigí raudo hacia ella a unos 4 kilómetros de distancia, pero cuando llegué
estaba cerrada! Solo hasta las 4 o 5 de la tarde abrirían… me devolví hasta
donde el policía y éste me respondió con toda la tranquilidad: “Claro! Es que
en esa estación no hay gasolina! Entonces, para qué me había mandado para allá
si sabía que no había servicio? Ni siquiera era mediodía, así que hablé con los
soldados encargados de llevar el control de combustible y ellos accedieron a
autorizar la llenada del tanque; afortunadamente solo fueron 2 galones.
El cruce de frontera fue
fácil, solo que como era mediodía, los oficiales de aduana estaban almorzando y
tomó uno 15 minutos más de lo normal, pero sin inconveniente.
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Paso de frontera Ecuadro - Perú en Macará |
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Atardecer en carreteras peruanas sobre el desierto de Sechura |
Ya en carreteras peruanas
sentía que nuevos horizontes se abrían ante mí, fui recorriendo kilómetro a
kilómetro aquellas rutas del norte de Perú que me llevarían a mi destino esa
tarde: Piura.
No fue mucho antes de llegar a
Piura que empecé a sentirlo: un olor nauseabundo, mezcla de descomposición y
excremento, algo parecido a la “mortecina” pero peor… El paisaje se había
tornado árido unos kilómetros atrás pero ahora se empobrecía radicalmente por
la constante presencia de desechos de construcción y basuras a lado y lado de
la carretera. Así me recibió Piura, con un desolador paisaje con desagradables
olores a temperaturas de casi 35 grados centígrados…
No lo pensé dos veces,
Chiclayo, a unas 3 horas de camino sería mi nuevo destino ese día.
Acostumbrado como estaba ya a
los paisajes verdes y exuberantes de Ecuador y a mis verdes montañas
colombianas, el desierto peruano fue un “shock” para mí. Sabía que en algún
omento la aridez del Perú se materializaría ante mis ojos, pero el impacto fue
mayor por la contaminación visual y de otros tipos presentes en los centros
poblados y sus alrededores. El desierto no es un lugar fácil para vivir, pero
si a ello se suma la falta de higiene, de control de la autoridad y de cultura
ciudadana, el caos es total.
Lentamente el paisaje se fue
descontaminando visualmente y dio paso al Desierto de Sechura, con dunas
extensas que se pierden en el horizonte lejano; sin las basuras que rodeaban lo
visto con anterioridad, este desierto mostraba ahora su “encanto” particular.
Experimenté vientos de costado que, golpeando fuertemente, hacía que mi
tránsito por la carretera lo hiciera con una inclinación de unos 10 y 15 grados
con respecto de la vertical, para compensar de alguna manera el empuje lateral
del viento y por espacio de muchos kilómetros.
A eso de las 6:30 de la tarde
llegué a Chiclayo, donde fui enfrentado al tipo de conducción más temerario y
descontrolado por parte de los locales… Mototaxis, vehículos particulares,
microbuses, colectivos, motos de bajo cilindraje y peatones, todos enfrascados
en una lucha por salir airosos de nudos que parecen interminables, todo ello
sumado a la “cultura del pito” donde, si no pitas, no existes!
Esa noche revisé el libro
escrito por Santiago Lema “La Suramérica que recorrí”, pues recordaba haber
leído acerca de una ciudad caótica en Perú; efectivamente era Chiclayo,
inconfundible!
Busqué el cuartel de bomberos,
donde se me abrieron una vez más las puertas para mi estadía; luego de obtener
autorización por parte del comandante, se me autorizó para dormir en uno de los
camarotes de la guardia nocturna. Después de una charla con algunos oficiales,
fui a dormir pero mi sueño se vio interrumpido en repetidas ocasiones por el
constante repicar del teléfono y los ronquidos casi ensordecedores de unos de
los oficiales de guardia… La mañana siguiente pregunté por el sinnúmero de
llamadas telefónicas que recibían, ante lo cual contestaron que todas, a
excepción de una sola, correspondían a “bromas de los ciudadanos”. En la misma
mañana recorrí gran parte de la ciudad, incluyendo su Plaza de armas y el
famoso mercado Modelo.
Aprovechando la cercanía de
Chiclayo con importantes museos y centros arqueológicos del norte de Perú,
visité el Museo Nacional de Tumbas Reales, donde se encuentran los restos y
parafernalia asociada a la Huaca donde fue encontrado el señor de Sipán. El
museo se cuenta entre uno de los mejores a nivel mundial y el estado de
conservación/restauración de las piezas allí observadas así lo confirma. En la
tarde visité los alrededores de Lambayeque (vecina de Chiclayo) y las pirámides
de Túcume.
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Mercado de Chiclayo - Zona de "Chamanería Peruana" |
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Museo de las Tumbas Reales de Sipán |
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Huacas alrededor de Lambayeque - Zona arqueológica de Chiclayo |
Los hallazgos arqueológicos de
esta zona pertenecen mayormente a la cultura Moche, expertos en la construcción
con adobes hechos de arena y limo; sus pirámides y construcciones en general
estaban hechas de este material, por lo cual su estado actual es de deterioro
por agentes climáticos, sin dejar de ser imponentes (salvo aquellos donde se
han conservado o restaurado).
Esa noche, ya en Chiclayo y de
nuevo en el cuerpo de bomberos, la historia de los ronquidos del oficial y el
repicar del teléfono se repetirían, ante lo cual y tratando de no herir ninguna
susceptibilidad, sigilosamente me escabullí a la sala de recibo, ubicada al
otro lado de los dormitorios; unos oficiales que a esa hora estaban despiertos
no pudieron ocultar sus risas y miradas de complicidad, pues ellos también eran
víctimas de los estruendosos ronquidos.
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En bomberos de Chiclayo |
Llegué al bosque a buena hora
como para hacer el recorrido al interior del parque (Árbol milenario –que no es
milenario sino centenario-, mirador, Huaca Ventanas) y armar mi carpa con luz
del día al lado de la Pirámide/Huaca del Oro. Una linda noche con una leve
brisa tropical me arrulló y acompañó mis sueños en esa ocasión.
En la mañana del viernes me
dirigí a Trujillo, buscando hacer una parada momentánea en Huanchaco (población
costera cercana a Trujillo), antes de mi destino final. Ya previamente había
coordinado mi estadía a través de CouchSurfing en casa de Lourdes en Trujillo,
así que una vez en Huanchaco y habiendo confirmado con Lourdes que
efectivamente sí estaba dispuesta a recibirme, me encaminé de Huanchaco a
Trujillo.
A la salida del pueblo pude
ver unas 6 motos de alto cilindraje parqueadas frente a un restaurante, paré a
mirarlas e inmediatamente sus dueños salieron a saludar y a ofrecerme su
camaradería; eran Christian Ladión y sus amigos (residentes en Lima pero de
visita en esta zona) quienes amablemente se ofrecieron rodar en compañía hasta
Trujillo.
Pude llegar luego a casa de
Lourdes sin contratiempos e inmediatamente me asignaron una habitación en el
segundo piso de su casa, el cual consiste en varios apartaestudios que alquilan
a estudiantes universitarios; para mi suerte, uno de ellos estaba desocupado
–aunque no amoblado- y pude disponer del mismo para pernoctar de manera cómoda
–en mi sleeping- y segura –bajo un techo-.
El menú esa noche fue e
abrebocas a una buena dosis de cocina peruana, la cual no había podido probar
ni apreciar hasta el momento; pude degustar el “anticucho” –especie de “chuzo”-
hecho con corazón y vísceras de pollo; acompañado de la famosa “chicha morada”!
Después de una breve caminata por el centro de Trujillo mi cuerpo necesitaba
algún descanso y pude dormir plácidamente, agradeciendo un día más de viaje en
el que solo reportaba cosas positivas.
Al día siguiente –sábado- y en
compañía de Lourdes, quien mostró dotes de excelente anfitriona, tuve una vez
más la experiencia en el transporte público, consistente en microbus, colectivo
y mototaxi, que nos llevarían a las Huacas del Sol y de la Luna y a las ruinas
de Chan-Chan; las primeras, pertenecientes a la cultura Moche, y las segundas a
la más reciente cultura Chimú. Vale decir que la ciudadela de Chan-Chan es la
más grande registrada en construcción hecha con adobes a nivel mundial, su
visita es obligada para quien visite esta zona!
Nos veos en una muy próxima entrega... Estén pendientes!!!
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A bordo del medio de transporte más popular en Perú: El Mototaxi |
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Playas de Huanchaco - Trujillo (Perú) |
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Grupo de motociclistas en Huanchaco... |
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Comiendo "Anticucho con Chicha Morada"! |
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Plaza de Armas de Trujillo |
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Más comida peruana... Esta vez "picarones" o sea "churro" con dulce de brevas... |
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Hola, vamos a cruzar de Ecuador a Perú, aproximadamente el 30 de diciembre, en motocicleta, pero lo que hemos leido hasa ahora de la frontera por Huaquillas es aterrador y nos está desalentando un poco por favor hablanos mas del trámite por Macará para ver si nos animamos por que en verdad quedamos asustados con esas referencias.
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