domingo, 3 de febrero de 2013

Gasolina? Claro que NO hay...

Después de cruzar el estrecho de Tiquina, me sentía de alguna manera en verdadero suelo boliviano, como si mi paso por Copacabana hubiera sido simplemente una transición desde alguna especie de territorio insular hacia el continente. Una carretera asfaltada de buenas especificaciones me dio la bienvenida e inicié mi recorrido hacia la capital de Bolivia: La Paz.
Hacía realmente poco que había llenado el tanque de combustible (en Perú), sin embargo, se antojaba lejano y decidí buscar una estación de servicio; de todas formas los bidones de repuesto estaban llenos y, si mis cuentas eran correctas, la autonomía sería de 720 kms hasta quedar sin combustible. Igual, el kilometraje hasta La Paz debería hacerse sin siquiera cambiar a reserva.
Divisé una estación de servicio a lo lejos y de inmediato entré. No había signos de vida, así que apagué la noto y me fui hasta las oficinas, donde un empleado un poco somnoliento me informó –de mala gana (talvez por haberle despertado)- que no había combustible; éste se había agotado el fin de semana y, siendo lunes, el suministro estaría un poco demorado. Probablemente para el martes o miércoles…
La historia se repitió en el pueblo siguiente y así en todas las estaciones de servicio hasta llegar a las afueras de La Paz.


Sin combustible en Bolivia, un verdadero dolor de cabeza para locales y visitantes

La ciudad de La Paz, localizada en una depresión geográfica, ha crecido y ahora, en la parte alta ha surgido una nueva ciudad llamada El Alto (por estar en la parte alta), alcanzando más de un millón de habitantes en pocos años. Se notaba que aquí si había combustible porque las colas de vehículos en la primera estación de servicio superaban los 600 metros. Solo para cerciorarme, me adelanté hasta el dispensador y cuál no sería mi sorpresa cuando descubrí que tampoco había suministro; la cola era para esperar a que el camión, que estaba por llegar en cualquier momento abasteciera los tanques. El indicador de combustible de la moto marcaba ya el último cuarto de tanque.
La cosa es aparentemente sencilla, pero no tanto; Venezuela subsidia el combustible a Bolivia, lo envía pasando primero por Perú, donde se abastecen y aparentemente se quedan con el mejorcito (a Perú se lo venden). Lo que llega a Bolivia es el remanente que, aunque programado, es de bajo octanaje y aparentemente insuficiente para suplir la demanda nacional.

La ciudad capital de Bolivia - La Paz
Fue imposible tanquear en esa zona y decidí llegar hasta La Paz, donde la moto finalmente pidió reserva; después de buscar infructuosamente hostales con espacio para aparcar la moto y cuando estaba a punto de darme por vencido, subí por una peatonal cerca de la Plaza Mendoza y pregunté en un par de sitios. Final y casualmente en uno de ellos había un patio central, solo debía remover las maletas y soporte de los bidones pues la puerta era estrecha, pero eso no iba a ser problema!
Ya había decidido que la moto iba a permanecer guardada durante mi estadía en La Paz, sólo la sacaría para instalar las llantas nuevas, razón casi única por la que había ingresado a La Paz. Los parqueaderos, además de difíciles de conseguir y poco confiables, son relativamente costosos: Mientras que se puede conseguir una habitación por 30 bolivianos, el parqueo de la moto puede costar la misma suma.
Una vez dentro del hostal e instalado, llené el tanque con el combustible de los bidones, algo más de cuatro galones y me fui a recorrer la ciudad en busca de secretos.

Disfrutando de una linda tarde en medio del tráfico de La Paz
Basílica de San Francisco - La Paz
Los “secretos” no se hicieron esperar, o más bien, no hay secretos ocultos en medio del bullicio y desorden de esta caótica ciudad. El tráfico podría enloquecer al Dalai Lama y no hay respeto por el espacio público, que se encuentra inundado de vendedores que, si bien autorizados, parecen ambulantes y dan un aspecto de pueblo grande. Lo positivo: los precios, en comparación con el resto de Suramérica, son los más bajos y por eso decidí que allí compraría y reabastecería todo lo necesario para el resto del viaje. Una breve lista que encabezaba un nuevo juego de llantas para la moto y que incluía artículos de aseo entre otros e acompañó durante mi breve estadía en esta ciudad.
Visité el centro histórico de la ciudad, que más que histórico, es el conjunto de edificios gubernamentales alrededor de la plaza Murillo. Ese día y como es costumbre en Bolivia (eso lo descubrí a mi paso por este país) había una manifestación pidiendo la reestructuración de la minería en una región específica de Bolivia. Las protestas son muy comunes y en ocasiones violentas, por lo que es normal que cierren las calles y prohíban el paso peatonal en ciertos sectores de las ciudades.

Calles bloqueadas en La Paz debido a protestas frente a la Casa de Gobierno... Pobre Evo...

Bienvenidos a La Paz! Señores peatones: Disfruten del espacio público (Cuidado con los carros...)
Esa noche decidí visitar una sala de cine. En los últimos días había reflexionado acerca de la necesidad de hacer cosas que en mi vida en Colombia eran rutinarias y como medida contra el cansancio del viaje; una buena película o una tarde sin hacer nada podían convertirse en el mejor antídoto contra ese cansancio que me empezaba a afectar un poco. La elección fue por “Amigos” (título en español), una película francesa que había estado en cartelera hacía unos meses en Colombia y aun estaba en mi lista de pendientes.

Alumbrado navideño alrededor de la Basílica de San Francisco
El día siguiente madrugué a buscar los almacenes de motocicletas. Las llantas que tenía en ese momento, unas Pirelli MT90 Scorpion me habían acompañado por casi 22.000 kms y aun mostraban un labrado adecuado, pero no podía arriesgarme a recorrer el sur de Bolivia, en terreno mayormente destapado y reemplazarlas en Chile o Argentina, donde serían mucho más costosas.
Merlin Rod, distribuidor de Pirelli en el eje cafetero (Colombia) me había regalado la llanta trasera y un muy buen precio por la delantera, pero antes de salir de Colombia y después de una prueba de manejo decidí que llevar dos llantas conmigo sería demasiado engorroso, pero después de mi buena experiencia con la MT90, seguiría con Pirelli, esta vez optando por el labrado más off-road de la MT60.
Encontrar las llantas en La Paz fue mas complicado de lo que creía, de hecho, solo conseguí la trasera y debería buscar en Oruro (según me informaron) para poder comprar la delantera. Como dato curioso, no pude encontrar quien me cambiara la llanta en La Paz! Siempre me encontraba con una respuesta negativa de mala gana… Como si les ofendiera que les pidiera el cambio de una llanta de moto.
Otra adquisición significativa en La Paz fue un disco duro externo de 500GB, pues el fantasma de perder mis fotos y videos, como ya ha ocurrido a muchos, rondaba cada noche. Después de hacer un back-up completo de la información pude dormir un poco más tranquilo!
Hacía mis preparativos para salir de La Paz con rumbo al sur (Oruro) al día siguiente, el tanque de la moto estaba lleno pero mis bidones de emergencia casi vacíos. Me aventuré a recorrer las calles cercanas al hostal con ellos en la mano, con tan buena suerte que muy cerca, en una estación de servicio con 32 vehículos a la espera (los conté), la administradora autorizó el llenado de los bidones. Esto es muy poco usual por varias razones y debo agradecer una vez más a mi buena suerte: Primero, no tuve que esperar a que despacharan los 32 carros delante de mí, la atención fue inmediata! Segundo, Normalmente no autorizan el llenado de bidones, solo vehículos a los que se registra el número de la placa, a mi me registraron el número del pasaporte. Tercero, el precio al que me cobraron al gasolina fue el precio nacional, esto es 3,79 bolivianos/litro; de lo contrario y por ser extranjero hubiera tenido que pagar 9,26 bolivianos/litro.
Esto del combustible se convirtió en un dolor de cabeza en todo Bolivia, pues la mayoría de las ocasiones no hay combustible, cuando hay, las colas son interminables, Supongamos que hay combustible y llegas al surtidor, te la cobran mucho más costosa, 2,5 veces el recio normal, alegando que para extranjeros es “precio internacional”… El gobierno boliviano contempla el subsidio solo para vehículos nacionales, placas extranjeras no están beneficiados.
Aun cuando se está dispuesto a pagar el precio internacional, las trabas siguen, muchas veces no venden alegando que el sistema no acepta placas, patentes o DNI extranjeros… Qué dolor de cabeza!
Finalmente uno aprende técnicas de seducción; esto es, acercarte al dispensador a pie y ofrecerle directamente al encargado un precio de 5 bolivianos por litro. Él registra un DNI nacional y cobra a precio nacional de 3,69 y, el saldo se queda en su bolsillo. Mala práctica pero la única que me funcionó durante el resto del recorrido… qué le vamos a hacer!

El recorrido desde La Paz hasta Oruro es por la carretera Panamericana – Ruta Nacional 1; la salida de La Paz es un dolor de cabeza por el alto tráfico vehicular en El Alto, pero de ahí en adelante disminuye. El asfalto está en condiciones aceptables pero en algunos tramos el ahuellamiento dejado por las ruedas de los camiones hace la conducción peligrosa. Son zanjones con diferencia de nivel de hasta 10 cms y se debe conducir siempre por la huella, de lo contrario se pierde el control de la moto y bueno… Otro factor es el alto flujo de camiones, que imprime un riesgo adicional a esta carretera. A la altura de Patacamaya puede tomarse el desvío al oeste, para acceder a Chile por Arica, pero mi objetivo era el sur de Bolivia. Otros viajeros que han hecho esta ruta mencionan que el pavimento es de buenas condiciones pero el frío supone un obstáculo adicional si no se está bien preparado.

Con asfalto que dejaba mucho que desear, llegué a Oruro e inmediatamente busque el lugar donde me recomendaron comprar la llanta delantera: “Seguro que en Oruro la encuentra!”… En Oruro no había ni rastro de esa referencia ni de ninguna medio parecida. “En La Paz la consigue!”… Menudo lío!
En Copacabana había conocido a un grupo de motociclistas, uno de los cuales vendía llantas y repuestos para motos; cuando me puse en contacto con él, a la mañana siguiente, se comprometió a enviarme la llanta desde Cochabamba previa consignación del valor y de los gastos de envío. Una pequeña cola de casi 1 hora en el banco y ya estaba asegurada la llanta, o por lo menos eso esperaba. El envío tardaría un día, es decir solo podría recibirla hasta la noche siguiente.
Fue así como pasé dos días en Oruro, caminando por las calles repletas de mercados y descubriendo los rincones de cada uno de ellos; aproveché para ver la película “Operación Skyfall”, la última de 007, como una manera de pasar y matar el tiempo.

Encontrar quien cambiara las llantas fue un proceso difícil pero no tanto como en La Paz; una vez tuve “zapatos nuevos” consistentes en flamantes Pirelli MT60, estaba listo para continuar. Ah! Olvidaba mencionar que el Cuerpo de Bomberos de Oruro me permitió pernoctar en sus instalaciones durante el tiempo que estuve allí, haciendo gala de una excelente disposición… Bueno, después de todo, no todos en Bolivia te reciben con el ceño fruncido y una mueca de desaprobación…

Cuerpo de bomberos de Oruro

Casa de Gobierno de Oruro

Nuevo zapato trasero: Pirelli MT60 130/80/17
Entre Oruro y Uyuni hay 512 kms, por lo que debía hacer una parada en Potosí. Mis planes eran permanecer allí durante una noche y continuar, pero una buena negociación con el “Koala Denn Hostel” me animó a quedarme un par de días mas. Este hostel ofrece una amplia gama de posibilidades, desde dormitorios hasta habitaciones privadas tipo “suite” a precios muy favorables. Las áreas comunes son cómodas, amplias y siempre están bien provistas.
Además, la ciudad es agradable y tiene sitios interesantes para visitar, sobre todo para quienes gustan de la arquitectura colonial, la cual se está representada por las más de 250 iglesias dispersas en toda la zona. Coincidencialmente, el día de mi llegada se inauguraría el alumbrado navideño y la plaza central era un hervidero de luces y gente; buena bienvenida al viajero!

Uno de los atractivos de Potosí es el Museo de la Moneda, donde además de una colección numimástica, exhiben toda clase de objetos históricos de la zona y de diferentes épocas de la historia Boliviana (y suramericana). La isita la había programado para e domingo, pero me encontré con que se cerraba al mediodía y no alcanzaría a hacer todo el recorrido; de hecho, para la hora en que había llegado (11:00) ya habían cerrado al público.
Mi interés se centraba en la zona de mineralogía, así que conversé con la encargada una breve visita a esta franja, a lo cual accedió  sin costo alguno pues no iba a visitar todo el museo.

Uno de los tours o destinos más famosos consiste en las visitas a las minas, para ver las condiciones infrahumanas en las que trabajan desde niños hasta ancianos y mujeres. Una breve reflexión acerca de esta “explotación turística” de una actividad que deja mucho que desear fue suficiente para desistir de la visita.
Así que decidí simplemente recorrer tranquilamente las calles de la ciudad y pasar el resto de la tarde viendo películas en la sala común del hostel; con una latitud de 4.200 msnm y temperaturas de 10 grados centígrados, recordé aquellas tardes dominicales en Bogotá, dedicadas a repasar mi lista de filmes cinematográficos, un programa que me encanta!

Parte de la red de úmeles existentes en Oruro y testigo de la otrora millonaria industria minera (Foto tomada en el interio de la Iglesia del Socavón)

Monumento a los Mineros (Oruro)

"Cholitas" por todas partes luciendo sus coloridos atuendos y como siempre, con sus bebés a espaldas!!!

Si quiere recuperar al ser amado, conseguir dinero o echarle maleficio al vecino, solo tiene que comprar uno de estos esqueletos... fetos de llama y otras especies

El único que se atrevió a cambiar las llantas!!!

Rodando a más de 4.000 msnm entre Oruro y Potosí

Museo Casa de la Moenda - Potosí

Interio del museo Casa de la Moneda - Potosí
Cada día que tachaba en el calendario mental se convertía en uno más de experiencias, de gente nueva, de carreteras desconocidas que ahora se abrían ante mis ojos; y también en aprendizaje… Entendía que no hay prisas y que cada cosa llegaba a su tiempo. Así que tomando las cosas con calma, simplemente aceptaba demoras o aparentes dilaciones en mi itinerario inicial, entendiéndolas como un arreglo ya programado por un orden superior y que talvez nunca atinaremos comprender.
El calendario pues, empezaba a carecer de significado para mi. Lo único que rondaba mi cabeza era mi fecha de llegada a Ushuaia antes de que el frío patagónico empezara a arreciar, pero para ello también habría un plan trazado…
Mi viaje continuaba ahora hacia Uyuni, con el gran interrogante de si podría cruzar el Salar antes de que éste empezara a inundarse y con la intención posterior de cruzar rumbo a Chile vía Laguna Colorada/San Pedro de Atacama, pero el destino me tendría preparado otro plan…

Formaciones rocosas entre Potosi y Uyuni

Profundos cañones en zonas áridas donde el viento ha hecho un trabajo milenario

Vegetación de puna y desierto, con cactus que alcanzan los 5 metros de altura

Tormenta a la vista???
Mi viaje continuó hacia Uyuni, con paisajes de puna a más de 4.00 msnm y temperaturas a veces rayando en los cero grados, pero que nunca supusieron grandes inconvenientes. Pocos kilómetros antes de llegar a Uyuni y sin previo aviso, de repente lo sentí… O mejor dicho los sentí! Impactos que parecían disparos de un arma de gas comprimido sobre mi cuerpo y que al chocar contra el visor del casco intensificaban su sonido aterrador. No atinaba entender qué era lo que producía tales impactos que realmente dolían sobre las piernas, manos y alguna parte del cuello descubierta. Era granizo! En proporciones astronómicas y cayendo con una fuerza descomunal sobre la vía, de tal manera que en cuestión de minutos cubrieron en asfalto y todo alrededor. Me detuve y traté de buscar resguardo inexistente en medio de la nada.
Tan rápido como llegó se fue, dejando una capa de hielo que era demasiado peligrosa para atravesar, así que decidí esperar que un vehículo más grande abriese campo y despejara la huella. Creo que fue la decisión más sabia para evitar una caída segura.

Carretera cubierta con hielo, culpa de la granizada minutos antes (Uyuni)
Minutos más tarde ingresaba a Uyuni, con el gran interrogante de si podría cruzar el Salar antes de que éste empezara a inundarse y con la intención posterior de cruzar rumbo a Chile vía Laguna Colorada/San Pedro de Atacama, pero el destino me tendría preparado otro plan…

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