Después de cruzar el estrecho
de Tiquina, me sentía de alguna manera en verdadero suelo boliviano, como si mi
paso por Copacabana hubiera sido simplemente una transición desde alguna
especie de territorio insular hacia el continente. Una carretera asfaltada de
buenas especificaciones me dio la bienvenida e inicié mi recorrido hacia la
capital de Bolivia: La Paz.
Hacía realmente poco que había
llenado el tanque de combustible (en Perú), sin embargo, se antojaba lejano y
decidí buscar una estación de servicio; de todas formas los bidones de repuesto
estaban llenos y, si mis cuentas eran correctas, la autonomía sería de 720 kms
hasta quedar sin combustible. Igual, el kilometraje hasta La Paz debería
hacerse sin siquiera cambiar a reserva.
Divisé una estación de
servicio a lo lejos y de inmediato entré. No había signos de vida, así que
apagué la noto y me fui hasta las oficinas, donde un empleado un poco
somnoliento me informó –de mala gana (talvez por haberle despertado)- que no
había combustible; éste se había agotado el fin de semana y, siendo lunes, el
suministro estaría un poco demorado. Probablemente para el martes o miércoles…
La historia se repitió en el
pueblo siguiente y así en todas las estaciones de servicio hasta llegar a las
afueras de La Paz.
Sin combustible en Bolivia, un verdadero dolor de cabeza para locales y visitantes |
La ciudad de La Paz,
localizada en una depresión geográfica, ha crecido y ahora, en la parte alta ha
surgido una nueva ciudad llamada El Alto (por estar en la parte alta),
alcanzando más de un millón de habitantes en pocos años. Se notaba que aquí si
había combustible porque las colas de vehículos en la primera estación de
servicio superaban los 600 metros. Solo para cerciorarme, me adelanté hasta el
dispensador y cuál no sería mi sorpresa cuando descubrí que tampoco había suministro;
la cola era para esperar a que el camión, que estaba por llegar en cualquier
momento abasteciera los tanques. El indicador de combustible de la moto marcaba
ya el último cuarto de tanque.
La cosa es aparentemente
sencilla, pero no tanto; Venezuela subsidia el combustible a Bolivia, lo envía
pasando primero por Perú, donde se abastecen y aparentemente se quedan con el
mejorcito (a Perú se lo venden). Lo que llega a Bolivia es el remanente que,
aunque programado, es de bajo octanaje y aparentemente insuficiente para suplir
la demanda nacional.
La ciudad capital de Bolivia - La Paz |
Fue imposible tanquear en esa
zona y decidí llegar hasta La Paz, donde la moto finalmente pidió reserva;
después de buscar infructuosamente hostales con espacio para aparcar la moto y
cuando estaba a punto de darme por vencido, subí por una peatonal cerca de la
Plaza Mendoza y pregunté en un par de sitios. Final y casualmente en uno de
ellos había un patio central, solo debía remover las maletas y soporte de los
bidones pues la puerta era estrecha, pero eso no iba a ser problema!
Ya había decidido que la moto
iba a permanecer guardada durante mi estadía en La Paz, sólo la sacaría para
instalar las llantas nuevas, razón casi única por la que había ingresado a La
Paz. Los parqueaderos, además de difíciles de conseguir y poco confiables, son
relativamente costosos: Mientras que se puede conseguir una habitación por 30
bolivianos, el parqueo de la moto puede costar la misma suma.
Una vez dentro del hostal e
instalado, llené el tanque con el combustible de los bidones, algo más de
cuatro galones y me fui a recorrer la ciudad en busca de secretos.
Disfrutando de una linda tarde en medio del tráfico de La Paz |
Basílica de San Francisco - La Paz |
Los “secretos” no se hicieron
esperar, o más bien, no hay secretos ocultos en medio del bullicio y desorden
de esta caótica ciudad. El tráfico podría enloquecer al Dalai Lama y no hay
respeto por el espacio público, que se encuentra inundado de vendedores que, si
bien autorizados, parecen ambulantes y dan un aspecto de pueblo grande. Lo
positivo: los precios, en comparación con el resto de Suramérica, son los más
bajos y por eso decidí que allí compraría y reabastecería todo lo necesario
para el resto del viaje. Una breve lista que encabezaba un nuevo juego de
llantas para la moto y que incluía artículos de aseo entre otros e acompañó
durante mi breve estadía en esta ciudad.
Visité el centro histórico de
la ciudad, que más que histórico, es el conjunto de edificios gubernamentales
alrededor de la plaza Murillo. Ese día y como es costumbre en Bolivia (eso lo
descubrí a mi paso por este país) había una manifestación pidiendo la
reestructuración de la minería en una región específica de Bolivia. Las
protestas son muy comunes y en ocasiones violentas, por lo que es normal que
cierren las calles y prohíban el paso peatonal en ciertos sectores de las
ciudades.
Calles bloqueadas en La Paz debido a protestas frente a la Casa de Gobierno... Pobre Evo... |
Bienvenidos a La Paz! Señores peatones: Disfruten del espacio público (Cuidado con los carros...) |
Esa noche decidí visitar una
sala de cine. En los últimos días había reflexionado acerca de la necesidad de
hacer cosas que en mi vida en Colombia eran rutinarias y como medida contra el
cansancio del viaje; una buena película o una tarde sin hacer nada podían
convertirse en el mejor antídoto contra ese cansancio que me empezaba a afectar
un poco. La elección fue por “Amigos” (título en español), una película
francesa que había estado en cartelera hacía unos meses en Colombia y aun
estaba en mi lista de pendientes.
Alumbrado navideño alrededor de la Basílica de San Francisco |
El día siguiente madrugué a
buscar los almacenes de motocicletas. Las llantas que tenía en ese momento,
unas Pirelli MT90 Scorpion me habían acompañado por casi 22.000 kms y aun
mostraban un labrado adecuado, pero no podía arriesgarme a recorrer el sur de
Bolivia, en terreno mayormente destapado y reemplazarlas en Chile o Argentina,
donde serían mucho más costosas.
Merlin Rod, distribuidor de
Pirelli en el eje cafetero (Colombia) me había regalado la llanta trasera y un
muy buen precio por la delantera, pero antes de salir de Colombia y después de
una prueba de manejo decidí que llevar dos llantas conmigo sería demasiado
engorroso, pero después de mi buena experiencia con la MT90, seguiría con
Pirelli, esta vez optando por el labrado más off-road de la MT60.
Encontrar las llantas en La
Paz fue mas complicado de lo que creía, de hecho, solo conseguí la trasera y
debería buscar en Oruro (según me informaron) para poder comprar la delantera.
Como dato curioso, no pude encontrar quien me cambiara la llanta en La Paz!
Siempre me encontraba con una respuesta negativa de mala gana… Como si les
ofendiera que les pidiera el cambio de una llanta de moto.
Otra adquisición significativa
en La Paz fue un disco duro externo de 500GB, pues el fantasma de perder mis
fotos y videos, como ya ha ocurrido a muchos, rondaba cada noche. Después de
hacer un back-up completo de la información pude dormir un poco más tranquilo!
Hacía mis preparativos para
salir de La Paz con rumbo al sur (Oruro) al día siguiente, el tanque de la moto
estaba lleno pero mis bidones de emergencia casi vacíos. Me aventuré a recorrer
las calles cercanas al hostal con ellos en la mano, con tan buena suerte que
muy cerca, en una estación de servicio con 32 vehículos a la espera (los
conté), la administradora autorizó el llenado de los bidones. Esto es muy poco
usual por varias razones y debo agradecer una vez más a mi buena suerte:
Primero, no tuve que esperar a que despacharan los 32 carros delante de mí, la
atención fue inmediata! Segundo, Normalmente no autorizan el llenado de
bidones, solo vehículos a los que se registra el número de la placa, a mi me
registraron el número del pasaporte. Tercero, el precio al que me cobraron al
gasolina fue el precio nacional, esto es 3,79 bolivianos/litro; de lo contrario
y por ser extranjero hubiera tenido que pagar 9,26 bolivianos/litro.
Esto del combustible se
convirtió en un dolor de cabeza en todo Bolivia, pues la mayoría de las
ocasiones no hay combustible, cuando hay, las colas son interminables,
Supongamos que hay combustible y llegas al surtidor, te la cobran mucho más
costosa, 2,5 veces el recio normal, alegando que para extranjeros es “precio
internacional”… El gobierno boliviano contempla el subsidio solo para vehículos
nacionales, placas extranjeras no están beneficiados.
Aun cuando se está dispuesto a
pagar el precio internacional, las trabas siguen, muchas veces no venden
alegando que el sistema no acepta placas, patentes o DNI extranjeros… Qué dolor
de cabeza!
Finalmente uno aprende
técnicas de seducción; esto es, acercarte al dispensador a pie y ofrecerle
directamente al encargado un precio de 5 bolivianos por litro. Él registra un
DNI nacional y cobra a precio nacional de 3,69 y, el saldo se queda en su
bolsillo. Mala práctica pero la única que me funcionó durante el resto del
recorrido… qué le vamos a hacer!
El recorrido desde La Paz
hasta Oruro es por la carretera Panamericana – Ruta Nacional 1; la salida de La
Paz es un dolor de cabeza por el alto tráfico vehicular en El Alto, pero de ahí
en adelante disminuye. El asfalto está en condiciones aceptables pero en
algunos tramos el ahuellamiento dejado por las ruedas de los camiones hace la
conducción peligrosa. Son zanjones con diferencia de nivel de hasta 10 cms y se
debe conducir siempre por la huella, de lo contrario se pierde el control de la
moto y bueno… Otro factor es el alto flujo de camiones, que imprime un riesgo
adicional a esta carretera. A la altura de Patacamaya puede tomarse el desvío
al oeste, para acceder a Chile por Arica, pero mi objetivo era el sur de Bolivia.
Otros viajeros que han hecho esta ruta mencionan que el pavimento es de buenas
condiciones pero el frío supone un obstáculo adicional si no se está bien
preparado.
Con asfalto que dejaba mucho
que desear, llegué a Oruro e inmediatamente busque el lugar donde me
recomendaron comprar la llanta delantera: “Seguro que en Oruro la encuentra!”…
En Oruro no había ni rastro de esa referencia ni de ninguna medio parecida. “En
La Paz la consigue!”… Menudo lío!
En Copacabana había conocido a
un grupo de motociclistas, uno de los cuales vendía llantas y repuestos para
motos; cuando me puse en contacto con él, a la mañana siguiente, se comprometió
a enviarme la llanta desde Cochabamba previa consignación del valor y de los
gastos de envío. Una pequeña cola de casi 1 hora en el banco y ya estaba
asegurada la llanta, o por lo menos eso esperaba. El envío tardaría un día, es
decir solo podría recibirla hasta la noche siguiente.
Fue así como pasé dos días en
Oruro, caminando por las calles repletas de mercados y descubriendo los
rincones de cada uno de ellos; aproveché para ver la película “Operación
Skyfall”, la última de 007, como una manera de pasar y matar el tiempo.
Encontrar quien cambiara las
llantas fue un proceso difícil pero no tanto como en La Paz; una vez tuve
“zapatos nuevos” consistentes en flamantes Pirelli MT60, estaba listo para
continuar. Ah! Olvidaba mencionar que el Cuerpo de Bomberos de Oruro me
permitió pernoctar en sus instalaciones durante el tiempo que estuve allí,
haciendo gala de una excelente disposición… Bueno, después de todo, no todos en
Bolivia te reciben con el ceño fruncido y una mueca de desaprobación…
Cuerpo de bomberos de Oruro |
Casa de Gobierno de Oruro |
Nuevo zapato trasero: Pirelli MT60 130/80/17 |
Entre Oruro y Uyuni hay 512
kms, por lo que debía hacer una parada en Potosí. Mis planes eran permanecer
allí durante una noche y continuar, pero una buena negociación con el “Koala
Denn Hostel” me animó a quedarme un par de días mas. Este hostel ofrece una
amplia gama de posibilidades, desde dormitorios hasta habitaciones privadas
tipo “suite” a precios muy favorables. Las áreas comunes son cómodas, amplias y
siempre están bien provistas.
Además, la ciudad es agradable
y tiene sitios interesantes para visitar, sobre todo para quienes gustan de la
arquitectura colonial, la cual se está representada por las más de 250 iglesias
dispersas en toda la zona. Coincidencialmente, el día de mi llegada se
inauguraría el alumbrado navideño y la plaza central era un hervidero de luces
y gente; buena bienvenida al viajero!
Uno de los atractivos de
Potosí es el Museo de la Moneda, donde además de una colección numimástica,
exhiben toda clase de objetos históricos de la zona y de diferentes épocas de
la historia Boliviana (y suramericana). La isita la había programado para e
domingo, pero me encontré con que se cerraba al mediodía y no alcanzaría a
hacer todo el recorrido; de hecho, para la hora en que había llegado (11:00) ya
habían cerrado al público.
Mi interés se centraba en la
zona de mineralogía, así que conversé con la encargada una breve visita a esta
franja, a lo cual accedió sin costo
alguno pues no iba a visitar todo el museo.
Uno de los tours o destinos
más famosos consiste en las visitas a las minas, para ver las condiciones
infrahumanas en las que trabajan desde niños hasta ancianos y mujeres. Una
breve reflexión acerca de esta “explotación turística” de una actividad que
deja mucho que desear fue suficiente para desistir de la visita.
Así que decidí simplemente
recorrer tranquilamente las calles de la ciudad y pasar el resto de la tarde
viendo películas en la sala común del hostel; con una latitud de 4.200 msnm y
temperaturas de 10 grados centígrados, recordé aquellas tardes dominicales en
Bogotá, dedicadas a repasar mi lista de filmes cinematográficos, un programa
que me encanta!
Parte de la red de úmeles existentes en Oruro y testigo de la otrora millonaria industria minera (Foto tomada en el interio de la Iglesia del Socavón) |
Monumento a los Mineros (Oruro) |
"Cholitas" por todas partes luciendo sus coloridos atuendos y como siempre, con sus bebés a espaldas!!! |
Si quiere recuperar al ser amado, conseguir dinero o echarle maleficio al vecino, solo tiene que comprar uno de estos esqueletos... fetos de llama y otras especies |
El único que se atrevió a cambiar las llantas!!! |
Rodando a más de 4.000 msnm entre Oruro y Potosí |
Museo Casa de la Moenda - Potosí |
Interio del museo Casa de la Moneda - Potosí |
Cada día que tachaba en el
calendario mental se convertía en uno más de experiencias, de gente nueva, de
carreteras desconocidas que ahora se abrían ante mis ojos; y también en
aprendizaje… Entendía que no hay prisas y que cada cosa llegaba a su tiempo.
Así que tomando las cosas con calma, simplemente aceptaba demoras o aparentes
dilaciones en mi itinerario inicial, entendiéndolas como un arreglo ya programado
por un orden superior y que talvez nunca atinaremos comprender.
El calendario pues, empezaba a
carecer de significado para mi. Lo único que rondaba mi cabeza era mi fecha de
llegada a Ushuaia antes de que el frío patagónico empezara a arreciar, pero
para ello también habría un plan trazado…
Mi viaje continuaba ahora
hacia Uyuni, con el gran interrogante de si podría cruzar el Salar antes de que
éste empezara a inundarse y con la intención posterior de cruzar rumbo a Chile
vía Laguna Colorada/San Pedro de Atacama, pero el destino me tendría preparado
otro plan…
Formaciones rocosas entre Potosi y Uyuni |
Profundos cañones en zonas áridas donde el viento ha hecho un trabajo milenario |
Vegetación de puna y desierto, con cactus que alcanzan los 5 metros de altura |
Tormenta a la vista??? |
Mi viaje continuó hacia Uyuni,
con paisajes de puna a más de 4.00 msnm y temperaturas a veces rayando en los
cero grados, pero que nunca supusieron grandes inconvenientes. Pocos kilómetros
antes de llegar a Uyuni y sin previo aviso, de repente lo sentí… O mejor dicho
los sentí! Impactos que parecían disparos de un arma de gas comprimido sobre mi
cuerpo y que al chocar contra el visor del casco intensificaban su sonido
aterrador. No atinaba entender qué era lo que producía tales impactos que realmente
dolían sobre las piernas, manos y alguna parte del cuello descubierta. Era
granizo! En proporciones astronómicas y cayendo con una fuerza descomunal sobre
la vía, de tal manera que en cuestión de minutos cubrieron en asfalto y todo
alrededor. Me detuve y traté de buscar resguardo inexistente en medio de la
nada.
Tan rápido como llegó se fue,
dejando una capa de hielo que era demasiado peligrosa para atravesar, así que
decidí esperar que un vehículo más grande abriese campo y despejara la huella.
Creo que fue la decisión más sabia para evitar una caída segura.
Carretera cubierta con hielo, culpa de la granizada minutos antes (Uyuni) |
Minutos más tarde ingresaba a
Uyuni, con el gran interrogante de si podría cruzar el Salar antes de que éste
empezara a inundarse y con la intención posterior de cruzar rumbo a Chile vía Laguna
Colorada/San Pedro de Atacama, pero el destino me tendría preparado otro plan…
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