viernes, 1 de marzo de 2013

En la tierra gaucha! Fernet y mucho mas...

El letrero que daba la bienvenida a La Quiaca era muy diciente: Ushuaia a 5.171 kms… Aun era un largo camino el que me separaba del “Fin del Mundo” al otro lado del país al que apenas ingresaba. La carretera en esta zona es asfaltada y de muy buenas especificaciones, así que confiado en ello empecé a rodar notando el cambio de inmediato; atrás habían quedado las carreteras bolivianas que, probablemente cuando regrese,  estarán un poco mejor, pero para ese entonces ya estaremos desplazándonos en naves espaciales o teletransportación…
El cambio de latitud también empezaba a hacerse evidente, es decir, los días empezaban a ser más largos y eso que en Argentina debía adelantar mi reloj una hora más. Eran las 7:30 de la noche y el cielo aun se mostraba claro, podía llegar sin problemas a mi destino esa noche: Jujuy Capital.
A mi paso por esta zona pude contemplar hermosas formaciones rocosas cuyo color varía de acuerdo con el grado de alteración y que parecen olas en movimiento, por los pliegues resultantes tras millones de años de historia geológica.

"Abanico rocoso" en carcanías de Humahuaca (Argentina)

Una nueva bandera: Argentina!
Pero sin aviso alguno, un temporal como no lo había experimentado antes hizo que los planes de esa tarde se vinieran al traste! Granizo, lluvia copiosa y vientos algo más que moderados hicieron que m detuviera y esperara por espacio de casi media hora en un puesto de autobus, donde pude resguardarme de la lluvia. El cielo, minutos antes claro y diáfano, se tornó oscuro y amenazante. Cuando escampó un poco pude conducir los no pocos kilómetros que me separaban de Humahuaca –la población más cercana- con mucha precaución.
El cambio de planes no estuvo nada mal pues este poblado resultó de lo más encantador y por primera vez tuve la oportunidad de pasar la noche en uno de los campings argentinos, que gozan de muy buena fama entre los viajeros. Me instalé sin problemas en uno de los espacios resguardados por los árboles y pude dormir plácidamente hasta la mañana siguiente.

Granizo!!!
Me levanté con el ánimo de recorrer el pueblo y sus calles, pero mi intención era continuar el recorrido hasta Salta, ciudad capital de la provincia de Salta, haciendo paradas en lugares turísticos de la carretera. Hasta finales del s. XIX, Humahuaca fue uno de los más importantes centros comerciales coloniales del antiguo camino al Alto Perú. Con calles angostas y empedradas ofrece buenos paseos a pie, con sus casas bajas de adobe conservando su fisonomía histórica.

Vista de Humahuaca desde el cerro de la Virgen
Después de Humahuaca, mi primera parada fue Tilcara, un pequeño pueblo muy famoso entre los turistas pero que no encontré especialmente llamativo; encontré. Eso sí, un grupo de motociclistas de Brasil a quienes me uní durante un rato en un restaurante local; Inho y sus amigos estaban haciendo un recorrido desde su país y visitarían el norte de Argentina, Bolivia y Perú. Prometí visitarles a mi paso por Brasil y continué mi recorrido.

"Paleta del Pintor" en Tilcara

Grupo de motociclistas brasileros.. que esperan mi visita en su país!
Un desvío a la Ruta 52, me permitió visitar la tranquila e histórica población de Purmamarca, (en lengua Aimara purma significa desierto y marca ciudad, literalmente "ciudad del desierto", pero desierto en dicha lengua significa también la tierra inculta, no tocada por la mano humana). Quizás sea el más pintoresco y encantador pueblo de la quebrada de Humahuaca aunque geográficamente pertenezca a otra quebrada transversal homónima, rodeada por sierras multicolores. La ancha Quebrada de Purmamarca, semeja un gran valle frente al río Grande.
Pude adentrarme en la moto por parajes a donde no llegaban los vehículos de cuatro ruedas y ello me permitió acceder a vistas del valle asombrosas, donde la luz del sol creaba efectos diversos en las rocas y sus tonalidades; de allí el nombre de su cerro más famoso: “El Cerro de los Siete Colores”.



"Cerro de los Siete Colores" en Purmamarca
Argentina ya empezaba a deslumbrarme con sus paisajes que de desiertos en la parte norte empezarían a tornarse verdosos y exuberante a medida que me dirigía al sur…
No me había dado cuenta que era 24 de Diciembre y que esa noche se celebraría la Navidad; un sentimiento de nostalgia me embargó momentáneamente al pensar en mis seres queridos, especialmente en mi sobrina Valen abriendo sus regalos y toda la familia disfrutando de una deliciosa cena.
Continué pues mi camino a Salta, donde planeaba celebrar con un buen asado y alguna buena botella de vino. Argentina es famosa por su carne y asados, así que era la mejor manera de celebrar la Navidad y mi ingreso al país donde me daría unos pequeños “gustitos” después de las limitaciones en Bolivia. No me costó mucho encontrar el camping municipal de Salta, ubicado en el interior del complejo de piscinas. Ese día y el siguiente, las piscinas estrían cerradas por las festividades, lo cual era bueno pues no habría gran agitación y podría disponer de cierta tranquilidad en ese sitio; no obstante, con el calor que superaba los 30 grados, hubiera querido sumergirme en más de una ocasión en sus llamativas aguas!

Camping municipal de Salta
Me instalé y me dirigí a la Panadería contigua al camping, que ofrecía buen (excelente) pan y WiFi, por lo cual aproveché y saludé a todos en casa via Skype (QUÉ INVENTO TAN FENOMENAL!!!), luego pregunté por el supermercado más cercano, donde pudiera comprar buena carne, vino, carbón, etc.; las cosas básicas de un buen asado… La respuesta me bajó la moral: “Los súper están cerrados a esta hora (eran las 7:30 p.m.)  por ser noche de Navidad… A lo mejor el de la esquina esté abierto”. Me apresuré a llegar antes que cerraran, pero ya no había carne y sin carne, para qué vino… solo acaté comprar unos huevos para el desayuno de la mañana siguiente y salí un poco aburrido del supermercado. Fui el último cliente en salir antes que un ruido ensordecedor anunciara el cierre del local hasta el 26 de Diciembre… “Cerrado por Festividades” decía el cartel que alcancé a ver por encima del hombro.
Regresé al camping, donde había instaladas dos carpas en el sitio vecino; dos parejas de suizos terminaban de cenar y cuando les pregunté dónde era posible conseguir carne me dieron la misma respuesta. Esa noche no disfrutaría del suculento asado que solo alcanzó a existir en mi ya hambrienta cabeza. Me uní a ellos (pero ellos ya no tenían nada que ofrecerme… aggghhh, qué desconsuelo! Las horas pasaron alrededor de una mesa casi vacía pero donde las historias fluían con rapidez, hasta que unas explosiones y luces al otro lado de la piscina nos sorprendieron; había llegado la medianoche y se celebraba la Navidad!
Pocos minutos después los Suizos se fueron a dormir; yo, a pesar de estar un poco cansado, me sentía extraño yendo a cama a esa hora en noche de Navidad, pero igual, eso hice.
Alguna vez mencioné que, estando en Colombia, había adquirido dinero de los países que visitaría con el fin de no cambiar en las fronteras; esta técnica me ayudó mucho, sobre todo en esas primeras horas o días en cada país. En Argentina no fue la excepción, pero el dinero argentino ya se había acabado en la mañana del 25 de Diciembre, así que fui al centro a buscar alguna casa de cambio… Acaso era estúpido o ingenuo? Un 25 de Diciembre no hay nada abierto en Argentina… mucho menos casas de cambio! Así que ese día solo recorrí a pie el centro de la ciudad y me defendí con una lata de atún y una pequeña reserva de barras de cereal que tenía en la mochila.
En la tarde nos sorprendió (yo ya estaba acostumbrado a esas sorpresas) una lluvia con granizo que puso a prueba la carpa… fue superada sin problemas!


Centro de Salta (Plaza Central)
Por fortuna, la mañana siguiente fue un día de comercio normal y pude obtener un buen cambio de dólares a pesos argentinos, puesto que el cambio “oficial” es ridículamente bajo, ando la apariencia de que la moneda local es fuerte respecto al dólar y disfrazando la tasa de inflación real.
Este fenómeno de la economía es interesante, no alcanzo a entender su dimensión real, pero básicamente se funda en el temor que los argentinos tienen, por su periódica historia de caías económicas, de una nueva crisis. La inflación es muy alta (aunque el gobierno no lo acepte y disfrace las cifras); lo que hace un año costaba 100 pesos ahora cuesta 125. La gente teme que inesperadamente el dinero que tiene en los bancos pase a valer solo una fracción de lo ahorrado (como ya ocurrió en el gobierno del suegro de Shakira, quien se fugó del país y nadie sabe dónde está.. pero Shakira no tiene la culpa de ello y no creo que lo tenga escondido en la casa de Piqué), pero estoy divagando…
Es decir, la gente prefiere ahorra en dólares que mantiene debajo del colchón, en lugar de poner en bancos sus pesos, donde pueden valer “nada” de la noche a la mañana.
A ello se suma la prohibición a las importaciones para impulsar al industria nacional, una noble iniciativa del gobierno que perjudica a muchas empresas e instituciones que no pueden traer maquinaria, repuestos y demás.
Pero bueno, yo no soy economista… que opinen los expertos!

Así que con algo de dinero en el bolsillo cargué combustible y me dirigí a Cachi, una población al oeste de Salta y al en el sector norte de los Valles Calchaquíes, al pie del Nevado de Cachi que la flanquea por el oeste y a orillas del cristalino río Calchaquí.  La atraviesa la célebre RN 40 que la une con otras atractivas poblaciones (San Antonio de los Cobres, Cafayate, La Poma, Tolombón, Santa María etc.) o interesantes lugares como el Salar de Pipanaco; este sería mi destino los próximos días, o por lo menos eso pensaba yo!
A medio camino alcancé dos motocicletas con placa argentina, cada una con una pareja y que viajaban delante de mí, intercambiamos un par de frases y yo seguí mi camino… Unos kilómetros más adelante les encontré de nuevo, esta vez, se les había unido otra pareja… Esta vez ya la conversación fue más larga y decidimos encontrarnos en Cachi. Sin embargo rodamos juntos la mayor parte del camino, tomando fotos y disfrutando del paisaje.
Eran Christian Álvarez y Natalia, Marcela (hermana de Christian) y su novio Fede, y Gustavo (hermano de Christian) y su novia Malvina. Ellos planeaban ir a Cachi en el día y regresar a Salta en la noche, así que después de mostrarme el camping municipal y compartir un rato en la plaza, dijimos “hasta pronto” e intercambiamos datos. Esperábamos vernos algún día nuevamente…


Nuevos amigos en Salta (provincia). Foto en la plaza de Cachi; de izq a der: Gustavo, Natalia, Cristian, Malvina, Jorge (yo), Marcela y Fede


Cachi al anochecer
Cuál no sería mi sorpresa cuando esa noche, mientras cenaba en un pequeño restaurante local, la puerta se abrió para dar paso a Christian y su combo! El frío en la montaña les había impedido continuar y habían decidido regresar para pasar la noche en el albergue del camping (que curiosamente resultaba más barato que el mismo camping). Así que esa noche, entre risas e historia de parte y parte, m fue presentada la bebida oficial de esa región (no se después del “mate”): El Fernet (Branca) con Coca Cola, además de alguna canción de cuarteto cordobés cuyo pegajoso coro rezaba “y dónde está el fernet.. que s’io.. qué s’io”… Fue una velada muy agradable y solo el abrebocas a lo que serían unos interesantes días en la provincia de Salta, guiados por la solidaridad y amabilidad de este grupo de nuevos amigos argentinos.

Y dónde está el fernet? Aquí está!!
La mañana siguiente invitaba a rodar, pero Christian me aconsejó que en lugar de buscar la Ruta 40, continuara por la Ruta 9 hacia Cafayate, con un paisaje igual de lindo y asfalto. Además, podríamos parar en una cabaña que él tenía en la represa Cabra Corral y disfrutar de un suculento asado… Cómo iba a decir “no” a semejante propuesta, después del fracasado asado navideño en Salta? Además, la amabilidad y originalidad de este grupo de argentinos me atrapó de inmediato, convirtiéndome en el séptimo viajero del grupo!
Recorrimos el trayecto entre Cachi y Cabra Corral con un clima estupendo, muy diferente del día anterior; esta vez, un cielo azul servía como fondo a planicies extensas donde los cactus adornaban un paisaje majestuoso; poco después ascenderíamos al alto “Piedra del Molino”, como recordatorio a las grandes piedras de granito que servían como molino en épocas anteriores para descender posteriormente por la Cuesta del Obispo, de dramáticos cambios en la tonalidad de las rocas hasta enfrentar el valle cachalquí.












Camino entre Cachi y el valle cachalqui
El asado estuvo algo más que suculento y por primer vez probé el “mate” argentino (pero debo confesar mu a pesar de los argentinos, que no se convertirá en mi preferida…). Al terminar se hacía un poco tarde para continuar hacia Cafayate, así que Christian me ofreció las llaves de su cabaña para que durmiese allí y continuara al día siguiente… o mejor aun, dijo Natalia… Podría unírmeles a la celebración de cumpleaños de su cuñado… 


Infaltable en Argentina...


Mi primer mate!!
Resultamos esa noche disfrutando de buena comida, Fernet, serenata salteña y buena compañía, casi hasta el amanecer…
Después de descansar toda la mañana, estaba listo para continuar mi viaje, no sin recibir una invitación muy tentadora de este grupo de amigos para pasar la noche de Fin de Año con ellos, pero yo debía continuar y ya tenía una invitación en Córdoba para esta fecha. Christian y su hijo me acompañaron hasta mitad del camino entre Salta y Cafayate, donde pudimos disfrutar de hermosas vistas del Valle Cachalquí  adornadas por un hermoso atardecer.

Linda familia Alvarez-Moreno



La "Garganta del Diablo" camino a Cafayate
Me llevo el mejor de los recuerdos de Salta, por la calidez de su gente representada en Cristian, Natalia, Malvina, Gustaco, Marcela y Fede; para ellos mis eternos agradecimientos y espero verles próximamente en algún lugar de este pequeño mundo!

Valle Cachalquí .- Camino a Cafayate
Cafayate es famosa por sus vinos; una región donde el clima es favorecido por la cadena montañosa al occidente y que protege al valle de las fuertes corrientes de aire y lluvia provenientes del pacífico.
Con varias ofertas de camping, opté por el municipal que ofrecía –a un precio incluso inferior al de carpa- una mini-cabaña, nada del otro mundo pero que obviaba armar la carpa y todo lo que ello traía. Una visita al supermercado y a la carnicería fueron suficientes para programar la cena de esa noche, consistente en un pequeño asado de “carne de vacío” y chorizo.

La mini-cabaña de Cafayate... una suite!!

Catedral de Cafayate (Plaza Central)
A la mañana siguiente decidí desarmar la carpa con la intención de seguir mi camino a Códroba, no sin antes visitar el viñedo Etchart y sus bodegas, donde se ofrece un tour gratuito explicativo de sus vinos; una pequeña degustación de sus varietales me animaron a comprar una botella de su cepa insigne: Torrontés, esperando poder degustarla en algún momento del viaje.
La visita fue amena, agradable y muy ilustrativa en lo que respecta a la cultura del vino, tan arraigada en esta zona; pero mi recorrido no estaría completo sin degustar unas buenas empanadas salteñas acompañadas de un vino tinto Cabernet Sauvignon.


Visita a las bodegas "Etchart"

Unas buenas empanadas salteñas acompañadas de Cabernet

Cafayate y su cultura del vino...

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