martes, 13 de agosto de 2013

Rumbo a Buenos Aires... Desierto y Séptimo Arte!

De vuelta en San Martín de los Andes...


Llegué a San Martín de los Andes cerca de las 20:00. La noche ya había caído hacía poco pero debido al horario de verano, el tramo de regreso por los Siete Lagos no había representado problema alguno; por el contrario, pude deleitarme nuevamente con los paisajes que ya conocía de mi trayecto al sur.

Conocía ya de memoria el camino que me llevaría a casa de Roberto. Traté de llamarle para avisarle de mi llegada pero ante la imposibilidad de comunicarme decidí aparecer ante su puerta. Al llegar frente a la casa y ante el ruido de la moto, alguien – a quien inmediatamente identifiqué como Sandra, su esposa- abrió la puerta. Me identifiqué y Sandra de inmediato recordó las historias que ya había escuchado un par de meses atrás acerca del Colombiano de la moto.
Roberto no estaba en la ciudad, regresaría en un par de días de Buenos Aires pero yo podría quedarme a esperarle. Mi intención era narrarle al experiencia en el sur, mi viaje a la Antártida y muchos relatos más a aquel viajero con el que había trabado tan buena amistad. Sería también mi oportunidad para concretar algunos contactos en mi proyecto de turismo para aquella zona, así que decidí aceptar la hospitalidad que Sandra me ofrecía.


Durante los primeros días pude descansar, pasear por la ciudad y enterarme un poco del acontecer “puertas adentro”. Fue así como pude acceder a esa realidad a veces oculta a los ojos de los visitantes y que evidencia los problemas sociales presentes en todos los rincones latinoamericanos –y a nivel mundial obviamente-. En este caso, San Martín de los Andes, con su organización e impecable arquitectura no escapaba al fenómeno de las “tomas” o “invasiones” de predios aparentemente baldíos o sin control gubernamental por parte de grupos. Nunca es claro el verdadero motor de las tomas; algunos lo atribuyen a movimientos políticos de la oposición al gobierno local de turno, otros simplemente a la necesidad de albergue de la población menos favorecida. Lo cierto, sin desconocer la problemática social y el derecho a una vivienda, es que bajo el pretexto de igualdad social se generan situaciones al margen de la ley, muchas veces, con el final beneplácito de un gobierno y una autoridad populista. Situaciones que terminan en impunidad y en las que los perjudicados resultan ser los ciudadanos –generalmente trabajadora de clase media-  que ven afectados sus patrimonios de toda una vida y cuyo único pecado ha sido trabajar por lo suyo.

La llegada de Roberto se atrasaría un par de días más. A ello se sumaba la realización de una de las carreras de aventura más importantes del hemisferio sur: el Patagonia Run 2013. Estos dos factores y la posibilidad de vincularme a la carrera desde su organización hicieron que aplazara mi partida hasta la semana siguiente.

Tuve la oportunidad pues de acceder a la parte logística a través de Gabi, su incansable y trabajadora directora, quien me asignó al equipo de producción liderado por Sergio Ochoa. Sergio, un bonachón a quien lo que falta en estatura le sobra en dinamismo me acogió como su “asistente” y me asignó algunas funciones específicas relacionadas con arreglo de los salones de congreso técnico y premiación. Por un par de días me convertí gustosamente en su mano derecha tratando de absorber toda la experiencia posible en tan magno evento.
 
El momento de la largada de los 100K - Patagonia Run 2013. 00:00 horas y un frío que solo los valientes desafían!






Patagonia Run es una carrera en la que participan más de 2.500 corredores de todas las partes del mundo, mayormente latinoamericanos. Éstos corren, más que por un premio, por el desafío que implica recorrer a campo traviesa distancias hasta de 100 kilómetros, desafiando el frío de la noche y madrugada, así como los accidentes geográficos, cansancio físico y gran estrés emocional que este tipo de competiciones traen consigo.


La carrera se desarrolla en lugares de hermosura sin par...


Durante ese fin de semana pude vivir un poco el sufrimiento de aquellos corredores, sus emociones, alegrías, tropiezos, pero sobre todo, la satisfacción al cruzar la meta, momento especialmente emotivo y que alguna vez espero poder experimentar en carne propia.


Con Sergio Ochoa - Productor de la carrera Patagonia Run


Para entonces Roberto ya estaba de regreso en San Martín y pudimos conversar un poco de toda la experiencia. Un par de días más tarde estaba de nuevo sobre mi moto con rumbo a Buenos Aires, desafiando un clima que ya empezaba a evidenciar la llegada del invierno, El día de mi salida el termómetro marcaba un (1) grado centígrado; yo solo esperaba que el norte se mostrara un poco más cálido.


El equipo de Dirección Patagonia Run 2013


Tomé la ruta que pasando por Zapala me llevaría a Neuquén, desde donde buscaría Bahía Blanca y Mar del Plata antes de subir hacia Buenos Aires. Uno de los lugareños en Neuquén me indicó el desvío hacia aquellas ciudades… Los kilómetros pasaban y yo me deleitaba con unos paisajes que, extrañamente se volvían cada vez más desérticos; la falta de señalización y la ausencia de poblados intermedios hizo imposible por un buen tramo, confirmar la ruta sobre la que me encontraba. Cuando pude hacerlo era demasiado tarde: me había desviado –por indicación de aquel lugareño- 120 kilómetros de la verdadera ruta. Ahora en lugar de transitar por la Ruta 22 lo hacía por la 20. Un rápido cálculo de tiempos y distancias necesarias para retomar mi destino hicieron que desistiera de mi objetivo. Seguiría entonces rumbo a Santa Rosa, en la Pampa, con destino a Buenos Aires. Las frías playas de Mar del Plata quedarían reservadas para una próxima ocasión.

En cierto tramo de la vía, cuya característica principal era la inmensa cantidad de baches no fui ajeno a uno de ellos. Con un leve movimiento del cuerpo pude esquivar el primero y con un poco más de pericia y algo de freno esquivé el segundo; el tercero, no obstante era imposible de obviar y solo pude minimizar el impacto acelerando y separándome un poco del asiento. La suspensión hizo su trabajo pero el guardafango trasero, que ya había sido rearado semanas atrás, volvió a tocar la rueda trasera y esta vez quedó tan deformado, inserto en la rueda trasera que fue imposible reinstalarlo nuevamente. Solo pude salvar la porción correspondiente al protector de cadena, así que lo corté por dicha zona e instalé la parte rescatada.


Esta vez no habría forma de salvar el guardafango inferior...


La maniobra me tomó más tiempo del esperado y ya la tarde empezaba a caer. Debía buscar pronto un refugio para pasar la noche. Poco kilómetros después se encontraba el acceso al Parque Nacional Lihue Calel y no lo dudé ni un instante.
El guardabosques encargado, después de tomar todos mi datos, me advirtió que a partir de la mañana siguiente la tranquilidad del parque podría verse perturbada por el rodaje de una película de cine; aparentemente vendría una gran estrella y no solo el equipo de filmación, sino los curiosos de localidades cercanas estarían presentes.

Resultó ser el rodaje de una co-producción argentino-danesa y la gran estrella, protagonista de la misma era el conocido actor Vigo Mortensen, famoso por su papel en la trilogía del Señor de los Anillos interpretando el rey Aragorn.






La mañana siguiente, mientras realizaba una caminata por los cerros del parque, que se alzan en medio de un majestuoso desierto, me topé con un grupo de personas que caminaban por la parte baja; resultó ser el director y su equipo de camarógrafos, identificando los lugares donde se rodarían las escenas. Entonces SI era cierto!


Camping en el parque Lihue Calel






Amaneceres deslumbrantes en medio del desierto de la Pampa


Visitantes esporádicos del campamento


Ruinas de la antigua casa de lo que alguna vez fue una próspera hacienda


Los únicos cerros que se divisan en kilómetros a la redonda




Caminatas conducen a varios parajes que me hicieron sentir como un protagonista de clásico film de vaqueros


Entendido! NO abandonaré el sendero!




Pinturas rupestres aborígenes de antigua data






Vista desde la parte alta del cerro en el parque Lihue Calel








Poco antes del mediodía había entablado amistad con algunas personas del equipo de producción y en la tarde tenía una invitación para ver –en medio de la mayor discreción- cómo se rodaba el filme. Esa noche fui invitado a cenar con todo el equipo en el modesto hotel a orillas de la carretera que hacía las veces de sede temporal. Allí estaba el famoso Mortensen con el que compartimos mesa, un tipo muy serio y centrado; nada de excesos y tampoco de mucha charla. Tampoco se dejó tomar la foto que yo había planeado ya enviar a todos mis amigos –Foto al lado de Vigo! Mi buen amigo, mi parcero, mi compañero de aventuras en la Pampa... el amigazo Vigo! El del Señor de los Anillos! Uy, que ch…- Bueno… me quedé con las ganas de la foto.


Con Lisandro Alonso (der), director de cine argentino. Buena suerte con este proyecto Lisandro!








Amanecer en el "set de grabación"


Debía estar muy temprano en hotel a orilla de la carretera para encontrarme con el grupo y partir hacia el “set”. Una vez allí y habiendo presenciado un lindo amanecer estaba todo listo para el rodaje de las primeras escenas. Esperaba las tres palabras mágicas: Luces. Cámara. Acción! Después de pedir silencio, el asistente de dirección simplemente dijo ACCIÓN y a rodar se dijo! Todo transcurría en medio de sigilo, la toma era importante, de repente, un bip-bip-bip… El sonido de una alarma aparentemente de un celular… El sonido pareció no afectar el desarrollo de la toma, aparentemente no se alcanzaba a escuchar cerca de los micrófonos pero por algún motivo a mi me pareció que había sonado bastante duro. Qué extraño! Bueno, ni tan extraño pues el sonido prevenía de MI reloj que, no se que avisaba, si la hora o una alarma, pero ahí estaba, delatando mi presencia en medio del rodaje.


Vigo Mortensen -protagonista del film- durante el rodaje

Menos mal, nadie se percató del origen del sonido y yo, de manera muy disimulada me quité el reloj y lo guardé en mi pantalón esperando que, si volvía a producirse algún sonido, fuese ahogado por las capas de tela. Cuando el rodaje de la escena terminó, el asistente recordó en tono imperioso apagar las alarmas de los relojes, POR FAVOR! Aparentemente alguien más –no solo yo- había escuchado aquel bip-bip-bip… Yo guardaba silencio entretanto y miraba al cielo desentendido del comentario…
Preparando todo para la "Acción!!


Mi recorrido por La Pampa argentina está lleno de gratos recuerdos, vadeando entre pequeños poblados, aparentemente alejados de las trabas de civilización y en medio de extensos cultivos de soja, motor económico de Argentina. Por ende, la base económica es la agricultura extensiva y sus habitantes derivan el sustento principalmente de empleos en grandes compañías recolectoras de grano, fumigadoras, transportadoras, etc.


Plaza de Tres Algarrobos... "No cabe la gente" durante la siesta!


En casa de Sara Sofía con su familia


Llamó mi atención de manera especial Tres Algarrobos. A mi llegada poco después de mediodía fue imposible encontrar un restaurante o supermercado dónde calmar el hambre; todos estaban cerrados durante la siesta, la cual se prolongaría hasta las 5 de la tarde. No encontrar siquiera un sitio en el que pudiese comprar un refresco parecía surreal, fuera de este mundo y podría tener un toque romántico, pero en ese momento no resultaba tan divertido para mí. Al fin, en el hotel del pueblo, accedieron a prepararme un sándwich con el que pude calmar un poco el hambre.
Pasé un par de días en casa de Sara Sofía, contacto de mis ya numerosos amigos en este amigable país, acompañado de su familia: un par de hijos muy activos y amigables y de su esposo, un ya experimentado operador de máquinas segadoras en los cultivos de la zona. Como buenos representantes de la clase media, se notaba en ellos el esfuerzo por mantener al día sus obligaciones a la par con las demandas de una sociedad como la nuestra, si bien, este pueblo parecía a veces escapar de tan agobiante realidad. Agradecí cada cosa que hicieron por mí para que mi estadía fuese más agradable, como lo hice con cada una de las personas que, solo teniendo las cosas básicas, son capaces de desprenderse con más facilidad en nombre de la solidaridad.


Con Carlos Caballero y su hijo en Lincoln


En Lincoln, a un par de cientos de kilómetros de Tres Algarrobos y mi última aparada antes de llegar a Buenos Aires, compartí ratos agradables con Carlos y su grupo de amigos del Club de Motociclistas MAS – Moteros Amigos Solidarios. En Argentina, los grupos de motociclistas, lejos de ser aquellas bandas con tosca apariencia de forajidos y a quienes usualmente se relacionan con desmanes y caos, son organizaciones que constantemente realizan actividades y cruzadas en pos de los más necesitados; no es raro ver caravanas de motos y camiones llevando víveres y artículos para comunidades menos favorecidas. Después descubriría que este patrón es seguido por los grupos de motociclistas en Uruguay y Brasil, sin recibir muchas veces el reconocimiento debido.


En a sede de MAS - Moteros Amigos Solidarios en Lincoln






Alguna vez escuché a alguien decir “Existen dos clases de motociclistas: aquellos que ya se han caído... y aquellos que se van a caer”. Yo aparentemente, pertenecía al segundo grupo y mi intención era establecer una tercera categoría: Aquellos que nunca se cayeron. Pero el día en que decidí entrar en Buenos Aires, la ruta me jugó una mala pasada y entré a engrosar el no poco numeroso primer grupo.

Pero esa historia vendrá pronto, así que estén pendientes!!

Fuerte abrazo desde la ruta!

2 comentarios:

  1. muito interessante e emocionante sua viagem!

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  2. tengo mucha voluntad de hacer una viaje asi de moto un dia,otro dia miraba una história de un varón anciono de 70 años (en 2006) dos EE UU compróuna moto cg125cargo brasile´na en Ciudad del Mexico(Mex)pasó por toda America central,ferry boat del panamá hasta Colombia despues la misma ciudads que vos hasta Argentina hasta Ushuaia Arg...en 6 meses de viaje...muy loco ajajajaj Felicitaciones!Saludos desde Brasil,soy de Sao paulo pero hace 3 años que estoy vivindo en Belém do Pará(norte del Brasil).

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