jueves, 15 de noviembre de 2012

Un poco de llanto... un poco de risa... y un poco de rabia


Noviembre 15 de 2012 – San Vicente de Cañete

La última vez me dirigía al nevado Pastoruri…

Para llegar a este hermoso paraje natural, debía tomar la carretera hacia Cátac y un poco más adelante, el desvío desde Pachacoto; sin embargo, como el tiempo lo permitía decidí visitar las ruinas de Chavín de Huantar antes de ir al Pastoruri.
Tanto para ir al nevado como para dirigirme a las ruinas, el punto obligado era Cátac, un pequeño pueblo minero en inmediaciones del Callejón de Huaylas, el cual discurre en forma paralela a la cordillera blanca. Pero esta no era la única razón para visitar Cátac…

Un par de meses atrás se me había asignado una “misión” algo especial: Santiago Lema, quien hace cuatro años había pasado por este sitio en su travesía por Suramérica (también en moto), se acercó a una pequeña tienda en Cátac, donde una amable anciana –cuyo nombre nunca atinó preguntar o tal vez olvidó- le atendió y manifestó su “admiración” por la valentía de Santiago al realizar dicha travesía. Santiago se tomó una foto con esta admiradora, de mirada serena y amplio corazón, quien le infundió fuerzas para continuar su recorrido en aquellos parajes… Ahora, por solicitud de Santiago, debía yo llevar la foto impresa y entregarla a la anciana; esa era una de las tareas con la que un mes atrás había iniciado mi travesía.
Las indicaciones eran vagas aunque me sentía confiado en que podría encontrar a la destinataria: “en la calle que conduce a Chavín, a mano derecha, una tienda cuya entrada sobresale como medio metro de la calzada…”; lo anterior, complementado con coordenadas geográficas que, ante ausencia de un GPS, poco me iban a decir… Yo llevaba la foto y una vez en el pueblo, cualquier habitante podría identificar a la anciana. Pero una vez en el pueblo la cosa o parecía tan sencilla, algunos daban indicaciones complicadas y otros simplemente manifestaban no saber o identificar a la señora de la foto… Entretanto, yo impaciente solo quería encontrarme con aquella persona que, de alguna forma, ya era conocida para mí! Se dirigiría a mí con la misma bondad y expresaría también la misma admiración que hacia Santiago? Tal vez yo sentía que también necesitaba de ella esa “venia” para continuar mi camino, unas palabras amables y cálidas en medio del frío helado que venía de la montaña.

Por fin alguien, un señor de mediana edad manifestó conocerla: “Si, se quien es, las hijas venden algunos productos en el parque principal…”. El corazón me dio un vuelco, ya podría entregar la foto en persona a esta anciana y expresarle de alguna manera que yo también le admiraba sin siquiera conocerla! El señor, sin embargo, continuó su indicación con tono más sombrío: “pero la señora ya falleció… La tienda está a media cuadra del parque”…
Se me hizo un nudo en la garganta y solo atiné decir “gracias”. Di media vuelta y me dirigí al parque principal en la moto mientras que, casi imperceptibles al principio pero más contundentes a medida que me avanzaban los metros, algunas lágrimas asomaban y corrían por mis mejillas.

No tardé en encontrar la tienda, efectivamente estaba muy cercana al parque. Una amable señora de nombre Paulina me atendió y pude identificar en ella la mirada de la ya desaparecida anciana, le acompañaba su hija y una pequeña niña que apenas gateaba. Me identifiqué y les mostré la foto, tratando de explicar de alguna manera la misión con la que venía; ellas rompieron en llanto mientras que la de edad más avanzada me explicaba que precisamente la noche anterior su señora madre le había hablado en sueños.
Después de ofrecerme una bebida de avena me mostró un altar en el cual ubicaría la foto; yo, no obstante le solicité amablemente que me indicase el sitio en el cual reposaban los restos mortales de la anciana pues era mi intención llevar la foto hasta su destino final. Paulina accedió y ofreció acompañarme, el recorrido en taxi hasta el cementerio parecía interminable.
La tumba, bajo una elaborada cubierta se ubicaba al lado de la de su esposo, fallecido mucho antes; en la lápida, elaborada con mármol negro de vetas blancuzcas, se observaba una foto de la anciana quien, casualmente en dicha foto, llevaba el mismo saco y sombrero que lucía el día que conoció a Santiago.

Morada final de doña Rosa, la foto de Santiago llegó a su destino...
Una mezcla de sensaciones se apoderó de mi; por un lado la tristeza de encontrar desaparecida a la anciana, por el otro, la satisfacción de haber cumplido con llevar la foto, pero dicha satisfacción se desvanecía ante la primera sensación, pues hubiese preferido conocerle sin foto y no entregarla en tales condiciones. Entre esas sensaciones, un debate entre la razón y el corazón quienes no se podían de acuerdo en el porqué, sin siquiera conocerle, la anciana había despertado tal simpatía en mí y el porqué me afectaba de alguna manera su fallecimiento.
Regresamos a la tienda sintiéndonos un poco más tranquilos y hablando de cosas más triviales, después de desearnos mutuamente la mejor de las suertes nos despedimos; Paulina, ya acompañada de su hermana, hija y nietas agradecieron de manera interminable e insistente el detalle de Santiago de enviar la foto y la deferencia con que o había cumplido mi “tarea”. En mis recuerdos quedaría la imagen y bondad –tal vez idealizada- de aquella anciana como luz en el camino; su nombre era Rosa María Castillo DePaz.

Con la familia de doña Rosa, de izq. a der: Rosa (hija), Sarita y Dana (bisnietas), Ayne (nieta) y Paulina (hija)
La carretera hacia Chavín de Huantar disipó mi mente, sin embargo reflexionaba de alguna manera  acerca de la experiencia de esa mañana…
Los paisajes iniciales, de origen glacial y subglacial que conducen al túnel Cahuish a 4.516 msnm cambian súbitamente a un complejo de rocas sedimentarias del cretáceo al cruzar este túnel, la topografía es abrupta y a medida que se aproxima Chavín, se evidencia explotación manual de carbón entremezclada con agricultura minifundista en las laderas.
En Chavín, las ruinas y complejo arqueológico son fáciles de ubicar y se encuentran a la entrada del pueblo. Decidí entrar de una vez a visitar el sitio, el cual contiene los restos milenarios de edificaciones en piedra, talladas mediante técnicas que los expertos aún no descifran. No me extenderé en la descripción de este complejo arqueológico pues información de sobra habrá en internet para los curiosos del tema…

En la Plaza Central de las ruinas de Chavín de Huantar

Detalle del edificio principal de las ruinas de Chavín - Nótese el detalle en el trabajo de corte en la piedra, cuya técnica aun no tiene explicación para la época en que fue construida!

Acceso al edificio proncipal, con columnas, capiteles y dinteles muy bien trabajados y talla en piedra

Una linda habitante de la zona me da la bienvenida!

Cabez "clava" o enclavada en la fachada del edificio de Chavín
Ya en el pueblo busqué un sitio donde acampar, pero nadie daba razón de alguno por lo cual pregunté por el cuartel de bomberos. “No hay” fue la respuesta que recibí. Me dirigí entonces a la estación de policía en donde muy amablemente me dijeron que había un sitio cubierto donde podía armar mi carpa.
Una visita al museo de Chavín (recomendado y gratis) y un relajante baño en los termales me dejaron renovado y con ganas irme a la cama bien temprano!

Colección de cabezas clavas en el Museo Nacional de Chavín

Un reconfortante baño de aguas termales (aunquecon un sistema diferente del conocido en nuestras tierras)

Mi "habitación" en el comando de policía de Chavín

Vista de la cordillera blanca entre Cátac y Chavín
En la mañana siguiente me dirigía de nuevo a Cátac, pero esta vez no me detendría a realizar ninguna tarea específica pues mi destino ese día era el nevado Pastoruri.
El ascenso desde Pachacoto inicia a unos 3.100 msnm y va hasta los 5.200 msnm. Los paisajes pasan desde la puna (colinas de paso y paja) hasta el glacial ubicado en la parte final del recorrido, a través del cual se observan pequeñas chozas y corrales en piedra de los pastores que habitan en la zona. Estas chozas, muy pintorescas, reflejan en cierta medida las condiciones adversas en las que viven los locales pero a la vez se convierten en un interrogante y en un atractivo a los ojos del visitante. Ya algunas ideas empezaban a fraguarse en mi mente…
La llegada a la zona del glacial fue en medio de una ventisca impresionante, donde yo no sabía si bajar la visera del casco para proteger mi rostro del granizo y escarcha/nieve o subirla pues no podía ver nada! Cuando la ventisca amainó y finalmente desapareció, el paisaje se mostró en su verdadera magnitud.

Pastores en el camino de acceso al nevado Pastoruri

Exponentes de la zona muestran su amistad al viajero
Dejé la moto en un punto muy cercano al glacial donde ya no había forma de continuar y proseguí caminando. El ascenso a 5.200 metros no era fácil y debía tomarlo con calma! A medio camino entre el punto inicial y lo que yo suponía era el punto de “tocar la nieve” (yo esperaba que la historia de lago Parón, de la nieve “ahí no más!” no se repitiera), me di cuenta que había botado las gafas! Decidí regresar a buscarlas luego, recorriendo el mismo camino en sentido inverso.
Por fin pude tocar la nieve, el hielo, el glaciar… Estuve un buen rato recorriendo el sitio y tomando algunas fotos, tratando de “compenetrarme” con ese paisaje y es paz que me rodeaban.
Calculé el tiempo que me tomaría el regreso hasta el refugio de guardaparques, donde pensaba acampar, y decidí que era tiempo de partir dejando atrás la inmensidad mácula del Pastoruri. Obviamente debía recuperar mis gafas y me devolví por la misma ruta.. o eso era lo que creía! Al no haber un camino, yo había seguido cierto trayecto pero al regreso no lo identificaba, unas veces las huellas se perdían y otras eran muy tenues. Encontrar las gafas me tomó más tiempo del que pensaba pero la búsqueda dio resultado! Ya empezaba a pensar que los “tributos” que estaba pagando por visitar la montaña (celular, linterna y ahora gafas) empezaban a ser demasiado costosos!

Por fin!!! El glaciar del Pastoruri

Hielo milenario en el Pastoruri

Había que "tocarlo"! jejeje.. por fín!

Panorámica del nevado Pastotuti, cuyo descongelamiento es rápido y amenaza con su desaparición

Caminata en altura a 5.300 msnm

A 5.200 msnm muy ben desempeño!

Acceso al Pastoruri
El descenso hacia el refugio fue tranquilo y el clima no podía estar mejor, el sol asomaba sin signos de nubes y yo empezaba a elaborar un plan en mi mente… Cuando llegué a la zona de corrales y chozas de los pastores, me apeé de la moto y busque a algún habitante. Solo había una señora de edad más o menos avanzada (unos 70 calculé), empecé a trabar conversación con ella. Se mostró un poco tímida pero al cabo de cinco minutos ya estaba más relajada. A los diez minutos ya la tensión había desaparecido… Me tomó unos diez minutos más (en total veinte) decidirme a proponerle mi “plan”: Yo quería pasar la noche en una de esas chozas tan pintorescas que veía… “Noooo! Vaya a refugio mejor!”. Yo le explicaba e insistía que el refugio era una cosa muy común y que mi viaje era vivir experiencias diferentes, que la choza era lo que haría la diferencia esa noche. “Noooo! Vaya a refugio mejor!” repetía la señora. Habiéndome explicado anteriormente que su esposo estaba en el pueblo y que ella estaba sola, entendí porqué se puso tan nerviosa de un momento a otro, ya empezó a mostrarse más evasiva y a rehuir la conversación. Sería que pensó que le iba a “gatear” esa noche?
Con algo de tristeza me dirigí al refugio y les conté la historia a los guardaparques, ellos, entre risas y coincidiendo en mi hipótesis de la “gateada” me preguntaron si realmente quería dormir en una choza. Ante mi respuesta afirmativa –la cual no podían creer, pues decían que estaba loco-, me informaron que había una choza abandonada accediendo por un camino alterno.
Me dirigí hacia ella a través de un sendero agreste pro apto para la moto, después de bordear una pequeña laguna encontré una pequeña choza.
No era muy grande y mostraba signos de deterioro, pero en su interior lucía acogedora y de todas formas, era parte de la aventura! Encontré una especie de lecho en paja y unos trozos de piel que dispuse a manera de aislante, sobre esto ubiqué mi sleeping bag.

Corrales y chozas en piedra y paja, cercanías del Pastoruri

"Mi choza" en el Pastoruri

Un amigable lecho al interior de la choza, con cama de paja y pieles me esperaba esa noche

Mi improvisada ccina en mi morada temporal

Como un "pachá" en mi choza!

Una deliciosa comida en medio del frío de la noche...
Mientras caía la tarde pude deleitarme con el paisaje que ofrecía el sol cayendo sobre los nevados, desapareciendo paulatinamente mientras daba paso al ocaso.
Preparé arroz y lo acompañé con fríjoles (enlatados) y una buena taza de agua de panela caliente, como en aquellos tiempos en que mi abuela materna Mamá Clara nos daba de comer en su casa al finalizar la tarde. Es anoche me acosté a las siete de la noche y, excepto por alguno que otro rato de frío, mi sueño fue tranquilo y relajante… qué tranquilidad!

Vista desde mi habitación en el Pastoruri...

Vista hacia el oeste - Lago cercano a mi choza

Panorámica de la cordillera blanca camino a Lima

El Pastoruri visto desde la carretera Panamericana
Al día siguiente me desplazaría a Lima, pasando por las ruinas de Bandurria (Huacho), las cuales son las segundas más antiguas de América con 6.500 años de antigüedad!

Ruinas de Bandurria, en la vía a Lima - Antigüedad 6.500 años!

Plazoleta de los Sacrificios - Bandurria (Huacho)
La llegada a Lima fue estresante, con tráfico enloquecedor y sin tener ni idea de por dónde circulaba confundiendo autopistas con calles normales. A eso de las siete de la noche busqué un teléfono público para llamar a mi amigo de la universidad Mauricio Moncada; Mauricio es un viejo amigo con el que compartimos la totalidad de la carrera allá en Manizales, formando un excelente grupo de estudio que se veía magníficamente complementado con actividades extracurriculares de deporte, asados en la finca de Sebastián Henao, y agradables ratos manizalita-pereiranos; sería entonces agradable escuchar una voz amiga y encontrarme con alguien a quien no veía hace mucho tiempo para compartir anécdotas de los últimos años.
 “Hola Mauro! Jorge Villamarín! Has recibido los correos que te he mandado? No? Que falla… Es que estoy en Lima y que chévere vernos, desatrasarnos y por ahí derecho, si tienes un rincón en un sofá o donde poner mi sleeping” le dije tras escuchar algo emocionado su voz al otro lado de la línea. Su respuesta un poco “parca” me cogió fuera de base… Me dijo que eso estaba difícil, que iba a recibir a unos amigos de estados Unidos y que además estaba muy ocupado con unos proyectos de minería que le copaban todo el tiempo… la idea de una fugaz reunión para vernos quedó descartada cuando me dijo que estaba cansado y debía madrugar al otro día… Cansado? Madrugar? A la m…. más cansado y ajado tengo el culo yo en esta moto, pensé… Le dije muy diplomáticamente que entonces sería en la próxima, que gracias de todas formas, aunque dudo que haya próxima… (Mauro, si lees esto… ¡Cómo has cambiado!!)
Arranqué inmediatamente en la moto rumbo a la estación de bomberos más cercana. Era Miraflores, donde me recibieron con fiesta! Literalmente, había fiesta! pues estaban de aniversario (No. 73) y con torta, celebración, buena comida y una cómoda cama, pude pasar mi primera noche en Lima.

Compañia de Bomberos No.28 - Miraflores (Lima) en su aniversario 73

2 comentarios:

  1. el Nevado Pastoruri hermoso!!... y la choza en la q dormiste!! wow! q aventura!!...vuelvo y te lo repito, esto no lo hace cualquiera.
    Te queremos mucho, estamos muy pendientes.

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  2. Te las estás buscando........y las estás encontrando!!!!

    Menos mal saliste bien de la novatada en Parón = hambre + frío + altura + cansancio.

    De nuevo muchas gracias por el encarguito de Caraz, no sabía que se iría a convertir en motivo de medio reporte. Ya llamé a Paulina pero no puede conversar con ella, se cortaba inmediatamente contestaban.

    Me alegra mucho de que tu viaje no es sólo " andar en moto a la lata ", como el de muchos, sino que estás haciendo de él toda una experiencia. Eso es lo más importante.

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