miércoles, 14 de noviembre de 2012

La hermosa Cordillera Blanca

El 4 de noviembre alistaba motores para buscar aquel destino ya mítico en mi mente: La Cordillera Blanca y como abrebocas, el famoso Cañón del Pato.
La salida de Trujillo no tuvo inconveniente alguno y la carretera se mostró amigable, con un clima agradable y un pavimento en buenas condiciones, como carretera de orden internacional como es la ruta Panamericana. A la altura de Santa, una pequeña población que marca el desvío para empezar a remontar el río que lleva el mismo nombre, decidí “tanquear” estómago y moto; una entrada fugaz al baño del restaurante de la estación de servicio, así como una mirada a la cocina, me hicieron desistir de inmediato de la comida; una gaseosa y unas galletas harían el trabajo por el momento.


Contraste entre zona desértica y cultivos

Recorrido en la margen del río Santa

Desde Santa el camino ya empieza a mostrar un deterioro gradual; llaman la atención los contrastes de vegetación entre el árido desierto y zonas que, a punta de riego, han sabido desarrollar un potencial agrícola que uno nunca imaginaría! El milagro del riego, practicado desde tiempos inmemoriales, ha hecho un poco más llevadera la vida en estos agrestes paisajes.
Se empieza a remontar el río Santa a través de una carretera ya destapada, en donde se aprecia un valle amplio pero que gradualmente se hace más estrecho. La geología es imponente y uno no alcanza a imaginar qué sorpresa le depara la siguiente curva; es así como pliegues sinclinales y anticlinales, llanuras aluviales, macizos rocosos imponentes y muchas otras formas geológicas compiten para mostrarse ante los ojos del viajero.
Pliegues del macizo rocoso camino a Yuracmarca

Túneles excavados en el macizo rocoso - Camino a Caraz

Mas plegamientos del macizo... Imponente geología

Imponente geología...
Previos comentarios de viajeros experimentados en este sector, como los de mi queridísimo Luis Gabriel Mojica, ya me habían alertado de la majestuosidad que encontraría en el Cañón del Pato; sabía que en algún momento encontraría unos túneles y a mi izquierda, el río Santa corriendo por un estrecho callejón. Después de un par de horas identifiqué lo que creía era ese sitio y me dije; “Si, efectivamente, muy lindo el cañón…” y continué.
El supuesto Cañón del Pato...
Unos kilómetros más adelante, en un pequeño caserío cuyo nombre no identifiqué, pues había desistido de mirar en el mapa, optando por preguntar a los vecinos de la zona, decidí que era tiempo de almorzar. Compartí la mesa con unos viajeros que se dirigían a Trujillo y venían de regreso desde Caraz, ellos me invitaron a que  degustara la “bebida nacional del Perú”, es decir la famosa Inca Cola y yo accedí gustoso pues traía muchísima sed. Orgulloso de mi travesía por el Cañón del Pato les comenté en un tono muy ceremonial: “Que lindo el Cañón del Pato!”.. .Ellos se miraron entre sí y luego me preguntaron: “Cómo así? Tu luego no vienes de Trujillo?” y yo respondí que si, que efectivamente venia de Trujillo con rumbo a Caraz!... “Chuuuta! Aun no has pasado el Cañón del Pato! Apenas inicias! Te falta lo más lindo pues!!” Respondieron entre risas…
Efectivamente, una vez retomé mi camino y los cambios en el paisaje se hicieron más drásticos y evidentes, me di cuenta que lo que había visto unos kilómetros atrás no se comparaba, ni en belleza ni en majestuosidad, a lo que mis ojos contemplaban! El río de pronto se pierde, pues aguas arriba es interceptado y conducido a través de un túnel intramontañoso (para producir energía) y el paisaje se estrecha con formaciones rocosas impresionantes a lado y lado de la carretera. Ésta, a su vez, pasa por estrechos túneles labrados en esas formaciones rocosas, pues no hay espacio para evadirlos. Tanto el túnel de captación como la vía y sus túneles, se convierten en obras de ingeniería de alto nivel; el primero por su significado al desarrollo de la región y los segundos, por la tenacidad de sus gestores, reflejada en las inclemencias de un territorio casi indómito.
EL verdadero Cañón del Pato!

Profundo cañón con la vía "milagrosamente" conformada

Diminutos ante tanta inmensidad...

Antes de caer la tarde estaba entrando en Caraz, un pequeño pueblo famoso por sus dulces, especialmente su Manjar Blanco (muy similar al del Valle del Cauca en Colombia). Después de visitar de manera infructuosa la sede de bomberos del pueblo, desolada y famosa en el pueblo por ausencia de personal, busqué orientación sobre dónde acampar, pero nadie daba razón… Deambulé por la plaza,, por las vías perimetrales sin resultado alguno. Cuando estaba resignado a pagar hospedaje en un hostal, u letrero atrajo mi atención: “Piscina Municipal”; de igual manera, a través de unos orificios en los muros, pude ver algunas zonas verdes alrededor de la piscina.
Toqué la puerta y me abrió una joven quien después de escuchar mi historia llamó a su mamá; ”Hay que preguntarle a mi esposo”, dijo. “Preguntémosle”, respondí yo. “Ahí está el problema”, replicó ella… “Voy a ver… espéreme un momento”… A  los pocos minutos sale un personaje de unos 50 años, con la camisa “un poco” desabrochada y mirada extraviada… “Sipppp… diiigame usted jovennnnnn”, dijo, mientras sus ojos se entrecerraban y su boca dejaba escapar extraños sonidos, como siseos, que armonizaban con un tufo que yo podía percibir a varios metros. Otra vez le expliqué el tema y el tipo dijo que claro! Que me instalara armando la carpa en el vestier de las mujeres (por si llovía) y que podía usar la piscina si quería! Después de revisar la moto, porque él era el mecánico oficial de motos en el pueblo y darle su visto bueno, dio media vuelta y se dirigió alegremente a su casa, mientras su caminar describía un cómico zig-zag.
Efectivamente, armé mi carpa en una amplia zona cubierta y tuve acceso a baños y ducha; no hice uso de la piscina.

A la mañana siguiente me encaminé a lo que sería mi primer encuentro con la cordillera Blanca. Comentarios de viajeros se habían sumado a la información que recogí en internet y libros de la zona, con base en los cuales decidí mi primer destino: Lago Parón.
En el afán de visitar a la mayor brevedad ese punto que en las fotos luce tan majestuoso, olvidé –o más bien, omití- el desayuno pensando que un almuerzo “tableado” compensaría después el hambre. No imaginaba cuán caro pagaría esta ligereza…
A unas dos horas de camino, a través de un terreno destapado, se accede al Parque Nacional Huascarán y a partir de allí, una vez más, las formaciones geológicas te dejan sin aliento. En una entrada futura trataré de describir la geología de la Cordillera Blanca, así que por el momento no me detendré mucho en este tema.
El Lago Paron se pone de manifiesto de manera súbita al terminar el ascenso. Un cuerpo de agua de color azul aguamarina con una cumbre nevada en el fondo hacen del sitio una “postal”. Luego de las fotos infaltables, empecé la caminata hacia el otro costado del lago, donde probablemente podía tener acceso al glaciar, que se veía próximo.
Vista del Lago Parón en el sitio de acceso

Inicio de la caminata a 4.170 msnm

Hermoso paisaje con lago y nevado en el fondo

Sector posterior del lago Parón

Después de una caminata de 3.5 horas... y la nieve "ahí no mas!"

Glaciar en sector de Llanganuco


Vista del glaciar durante caminata en Lago Parón
La caminata estaba presupuestada para dos horas ida y regreso… Duró siete!
La ida hasta el otro extremo no tuvo problema, el organismo no extrañaba la altitud y, al llegar a ese punto, el glaciar se mostraba “ahí no más!”… Solo debía escalar una cuesta a través de un depósito de morrenas (piedras sueltas) para poder tocar la nieve con mis manos!
Pero el ascenso se empezó a tornar difícil… El material se mostraba cada vez más suelto y a más de 4.000 metros, cada paso se ornaba más difícil; era mi primera caminata en altura en mucho tiempo! Sin embargo, el glaciar se mostraba tan cercano que era imposible no continuar, manteniendo en mi mente la idea de poder tocar la nieve.
El glaciar es como una sirena, que con su canto, te embruja y ya no haces caso a la razón ni a las inclemencias del terreno o del clima. El frío ya era tenaz y en algunos tramos solo podía avanzar por una cuesta muy empinada, apoyándome en rodillas, pies y manos, mejor dicho, gateando! Después de cada pequeña cima venía una planicie, pero aun nada de nieve! Pero si desde abajo se veía “ahí no más!”… Miré el reloj, llevaba tres horas caminando y el hambre ya pasaba factura, el problema era que yo no había levado nada… Decidí llegar hasta una piedra que marcaba cierto cambio en la inclinación del terreno; uno diez minutos según mis cálculos; sino había nieve, me devolvía… Me tomó treinta minutos llegar hasta la piedra y como ya lo temía, no hubo nieve… sin embargo aún se veía “ahí no más!”…
Pero si subir fue difícil, la bajada fue igual de dura, me tomó incluso más tiempo descender por los depósitos de morrena que al previo ascenso; cuando llegué nuevamente al lago habían transcurrido casi seis horas. Y la lluvia hizo su aparición! No era una tormenta, pero si una con la fuerza suficiente para mojar mis botas, pantalones y guantes y poniendo a prueba mi chaqueta impermeable (que había comprado en Quito). Cuando llegué a donde estaba la moto empezaba a tener síntomas de hipotermia. Hipotermia, hambre, cansancio, mejor dicho, de todo! “Quién me manda a venirme por aquí! Tan chévere que estaba yo en Colombia!!” Jajaja…


Paisaje desde la parte alta del lago Parón

Ya en la moto, con mucho cuidado en el descenso y recordando siempre las palabras de Valen: “Tío, con muuucho cuidado!”, conduje de regreso hasta Caraz; el destino de Yungay, inicialmente previsto para ese día estaba cancelado.
Busqué el hostal La Casona, con parqueadero y agua caliente, pues esa noche no quería saber nada de armar carpa o dormir en el suelo! Una ducha y un buen plato de “chaufa de pollo” (arroz chino) hicieron el trabajo y dormí plácidamente hasta el otro día (de vez en cuando soñaba con el glacial que estaba “ahí no más!”).

Este sería el inicio de una mini-travesía por la Cordillera Blanca durante los días siguientes; destinos como las lagunas de Llanganuco, Laguna 69 (cubierta de neblina el día de mi visita), Portachuelo de Llanganuco, Laguna Churup; paisajes todos ellos glaciares y rodeados de exuberantes picos nevados se convirtieron en delicias para mis ojos!
En uno de ellos, Laguna 69, dejé la moto en el punto de inicio para la caminata. Era un sitio aparentemente alejado, por donde solo pasarían eventuales turistas; de todas formas aseguré la chaqueta y el casco a la moto. Solo después de mi regreso al pueblo, a dos horas y media de camino y cuando iba a consultar un dato en mi celular, descubrí que éste no estaba: Alguien había hurgado entre mis cosas, abierto los bolsillos de mi chaqueta y sustraído el celular y mi linterna para la cabeza (ambos en el mismo bolsillo). No obstante, me devolví hasta el sitio, con la esperanza de que se me hubieran caído cuando la moto estaba parqueada o que los hubiera olvidado en el refugio donde había pasado la noche anterior… Sin resultado alguno, pasé nuevamente la noche en el refugio del puesto de control de Llanganuco, donde Pedro y Eliécer, guardaparques de la zona (y Huascarán, el perro guardián, a quien dieron su nombre por el nevado) ya me habían dejado pernoctar la noche anterior.



Ascenso en sector de Llanganuco
Las cocineras de Llanganuco
Fue en Llanganuco donde tuve mi primer encuentro cercano con uno de los platos típicos de la zona y el cual había evitado por algún tiempo: El cuy asado!

El menú del día.. Cuy asado

Sector de laguna de Conococha (Llanganuco)

Vista en el ascenso a Portachuelo de Llanganuco

Admiradores en el camino!

Ascenso a Portachuelo

Laguna de Conococha (Llanganuco)
Pedro y Eliécer - Guardaparques de Llanganuco
Lago 69.. Lo que se pudo ver en un día nublado...

En la cordillera Blanca muchos viajeros establecen su base en Huaraz y de allí se desplazan a los diferentes sitios de trekking y escalada; yo, al tener mi propio medio de transporte podía darme el lujo de pernoctar en sitios más cercanos sin depender de la hora de salida de los tours convencionales e incluso pudiendo alargar más mis caminatas  estadías en cada sitio.
Fue así como pude quedarme en la piscina municipal de Caraz, en el puesto de control de Llanganuco, luego en Huaraz en casa de Iván –un miembro de CouchSurfing-, quien es todo un “bacán” permitiéndome compartir su vivienda y ofreciendo una hospitalidad hogareña por la cual siempre estaré agradecido.
En casa de Iván había una pareja de amigos franceses (Bastian y Elodie), miembros también de CouchSurfing y quienes compartirían la habitación conmigo. La noche de nuestra llegada fue muy especial pues en la comunidad había celebración al santo de la localidad y la gente de la zona, muy amablemente, nos recibió con cerveza Pilsen Callao, “caliche” –mezcla de té de menta caliente con licor pisco sour-, baile “huayno” y un espectáculo de baile! Posteriormente hubo fuegos pirotécnicos que en algunos momentos parecían peligrosamente cercanos a nosotros y hasta parecían salirse de control, cosa que nunca pasó! Bueno, aunque a estas alturas del viaje yo ya “casi” soy todo un bombero…

Tremenda rumba con Pilsen Callao y Caliche!

Bailando "Huaino"

Con las bailarinas, protagonistas del espectáculo!







Aguas azules del lago Churup - Cercanías de Huaraz
Vista en el camino a lago Churup
Con Iván, excelente anfitrión en Huaraz

Continuando hacia el sur, el nevado/glaciar Pastoruri se convertía en punto obligado pues ante su inminente desaparición en los años venideros (el glaciar se derrite y retrocede rápidamente), además era la última oportunidad que tendría de tocar nieve!! La dormida en Pastoruri es una anécdota muy interesante, pero los dejo en suspenso, pues hará parte de la próxima actualización! Les advierto, habrá risa y llanto… prepárense!

Campesina típica de la zona de Huaraz

4 comentarios:

  1. Que hermosos e imponentes paisajes! me gusta mucho como nos describes todo, es como vivirlo contigo a distancia, super!.. cuidate mucho, pilas no te arriesgues demasiado...hipotermia? Por Dios!!.
    Mucha suerte y que la Virgen te acompañe.

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  2. Tranquila hermanita que no paso de ahí!!! Besos a todos!

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  3. JORGE!!!!! Te escribí un correito y no me contestaste, pensé que te había pasado algo y entonces te busqué en Internet y me encontré con este blog, que bacano!!! no lo puedo creer, dónde estás??? este Blog es tuyo? ya mismo voy a leer un poquito... Escríbeme cuando tengas un ratico, hace siglos no se nada de ti!!!! Cuidate, y te mando un abrazo muy grande...
    Naty Saldarriaga

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    1. Hola! Antes de salir de Colombia estuve tratando de localizarte para contarte.. En estos momentos estoy en Ushuaia, después de visitar la Antártida como parte de la tripulación de un crucero... Qué experiencia tan maravillosa!
      El blog está un poco atrasado pues hasta ahora estoy entrando a Argentina y la verdad ya han pasado muchas cosas.. pero trataré de actualizar un poco!
      Mi correo es tuareg@tuareg.com.co

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